jueves, 22 de septiembre de 2011

Capítulo 13: “No tengo ganas de irme de aquí. A tu lado se está bien."

Starbucks había estado muy bien. Jackson y Channel habían estado toda la tarde hablando. Y Mich y yo estábamos felices como tontos.

Al día siguiente no me encontraba bien. Nada bien. Estaba enferma. Vómitos, migrañas…etc. 
Paul vino a visitarme y me puso un paño de agua fría en la cabeza, que me calmó muchísimo. 
Cuando terminaron las clases, Mich y Channel vinieron a mi habitación.
-¡Ey! -saludó Channel- ¿Cómo estás?
-De puta madre, ¿no lo ves? –Reí.
Michael se acercó a mí y me saludó.
-Hola fea.
Me intentó besar, pero le sujeté los hombros.
-Ni lo intentes, te pondrías enfermo.
-Me da igual -Me besó y se metió en la cama conmigo.
-No hagáis guarrerías  ¿eh? -Dijo Channel. Reímos. Después, se marchó de la habitación.
El calor que ejercía el cuerpo de Michael me relajó. Me miró a los ojos durante unos instantes, luego a los labios, y por último volvió a los ojos.
-Lo he dejado con Elisabeth -dijo, mientras sonreía.
-¿Quién es Elisabeth?
-La chica rubia de mi habitación.
Asentí. Michael tendría cosas que hacer, pero se quedaba conmigo. Estando enferma y horrible.
-Gracias.
-¿Por qué? -preguntó, con una sonrisa.
-Por quedarte aquí conmigo -le dije, tocándole la nariz con el dedo índice.
-No tengo ganas de irme de aquí. A tu lado se está bien.
Sonreí. Las pastillas se apoderaban de mi cuerpo, así que apoyé mi cabeza en el pecho de Michael y antes de darme cuenta, me dormí.
Cuando desperté, Michael no estaba. Supuse que habíamos estado toda la mañana abrazados, incluyendo cuando estaba dormida, porque estaba abrazada a una almohada, que probablemente Michael habría colocado estratégicamente antes de marcharse, para que no notara su ausencia.
Ahora me sentía mejor, mucho mejor. La cabeza había dejado de palpitar tan fuerte, y tenía cierto apetito.
Me levanté, perezosa. Cada paso se hacía un gran esfuerzo hasta el baño. Me aseé, contemplándome en el espejo y maldiciendo lo horrible que había estado para Michael.
Eso me hizo sonreír, porque me había mirado del mismo modo en el que me miró en la fiesta de mi cumpleaños en la Asociación, cuando iba maquillada.
Un sonido se reprodució en la habitación, y la puerta se abrió.
Mi padre me sonreía.
-¿Cómo estás? -me preguntó.
-Me prometiste que vendrías todos los días y desde la fiesta no te he visto -le reproché, algo disgustada.
-He estado liado, además todos los días no podré venir -argumentó, después de que su sonrisa desapareciera-. Bueno, ¿cómo vas?
-Bien. No se me hace demasiado duro. Además he conocido a una chica, Channel, que es un año menor que yo, y a su hermano, Michael, que es de mi edad. Son muy simpáticos.
-Eso es fantástico -dijo, con una gran sonrisa. Las arrugas de sus ojos se pronunciaron, y me hicieron sonreír.
En ese momento, apareció Michael, con un donut de chocolate.
-Hola -saludó, con los ojos muy abiertos
-Hola. Michael, este es mi padre. Papá, este es Michael.
-Encantado, señor.
Esto hizo sonreír a mi padre. Michael era muy educado, a diferencia de los demás chicos de mi edad, que saludaban a sus padres con un "¿Qué hay, viejo?".
-Igualmente, chaval -dijo aún con una sonrisa mi padre.
-¿Y Channel? -le pregunté a Michael, para cambiar de tema.
-Ahora viene. Toma -dijo, mientras me daba el donut. Sonrió.
Michael, era especial. Sé que todas las chicas dicen lo mismo de su novio, pero yo lo sentía de una forma muy profunda. Lo conocía de unos días, pero me había dado una buena impresión. Y las primeras impresiones son muy importantes para mí.
Su sonrisa totalmente blanca y recta. Sus hoyuelos dejaban ver a un chico dulce y pícaro a la vez. Sólo sonreía con ver sus hoyuelos.
En unos pocos minutos, Channel llegó con una invitada especial.
La chica rubia, la ex de Michael, Elisabeth. 
La larga melena rubia se movía con cada uno de sus pasos. Miró a Michael y le guiñó un ojo.
-¡Ya está aquí el alma de la fiesta! -gritó Channel. Cuando vio a mi padre, se quedó callada- Buenas tardes. Soy Channel. Y ella es Elisabeth, la…
-Mi novia -la interrumpió Michael. 
Me quedé mirándolo con la boca abierta. ¿Ahora iba a besarla delante de mí? Yo sabía que era para disimular delante de mi padre, pero como la besara, se habría terminado.
Mi padre se acercó a mí y me dio un beso.
-Alexia, me voy. Pronto volveré -dijo, volviéndose hacia la puerta. Asentí.
-Papá, ¿te importa traerme a Bola, por favor?
-De acuerdo. Hablaré con Paul para ver si puede vivir aquí contigo.
-Te quiero -le dije, con una sonrisa.
-Y yo.
Elisabeth, Channel, Michael y yo nos quedamos en silencio.
-¿Se puede saber qué dices? -dije, dirigiéndome a Mich.
-Era para que no sospechara, Alexia -Se acercó a mí y me pasó el brazo por encima. Sonrió.
-Hola, soy Alexia, encantada -le dije a Elisabeth, sonriendo, aunque no tenía ganas de hacerlo.
-Yo Elisabeth, encantada también.
En ese momento, recibí una llamada de mi prima, Claire.
-Tengo que cogerlo. Un segundo -Salí de la habitación-. ¡Claire!
-¡Alexia! Ya me ha contado tu padre todo. Joder tía, yo quiero tener poderes…
Reí al escuchar el comentario.
-Te aseguro que no. Es un incordio. ¿Qué tal todo por ahí?
-Aquí es siempre todo igual. ¿Y tú qué?
-Aquí todo es raro -le dije, con añoranza-. Pero todo va bien -dije, entre una risa.
-Eso suena a que has conocido a alguien. Soy tu prima favorita, me lo tendrás que contar. ¿Es algún chico?
-He conocido a chicos y a chicas.
-Infórmame sobre ese chico. Sé que hay un chico por el tono de tu voz. ¿Quién? -gritó. Por un momento, me recordó a una de esas fans que gritan por ver una foto de su ídolo con otra fan.
-Michael. Pero no es nada serio -le dije, antes de que gritara de nuevo.
-Descríbemelo.
-Rubio, alto y con los ojos verdes. Tú me dirás.
Un grito por la otra línea, que hizo que alejara el teléfono de mi oído.
-Perfecto -declaró, antes de una risa profunda-. Tengo que irme. Hablamos otro día, ¿vale? Espero verte muy pronto,
Noté algo de añoranza en sus palabras. Me llevaba genial con ella, y la quería como a nadie. Era una rubita pequeña, con los ojos verdes oscuros. Era sarcástica y muy cariñosa. Hace unos años nos llevábamos fatal, pero ahora la quería mucho. Hacía varias semanas que no la veía, y se haría más pesado ahora que estaba en la Asociación. 
Pensé en que podría tener poderes. Estaríamos todo el tiempo juntas, conocería a gente y se lo pasaría genial.
La iba a echar mucho de menos, como a todos mis amigos y familia de Londres.
-Yo también lo espero. Te quiero -le dije.
-¡Y yo!
Colgó.
Entré a la habitación. Channel estaba en la cama, Michael sentado en una mesa y Elisabeth en el centro, mirando al suelo.
-¿Quién era? -preguntó Channel.
Una sonrisa apareció en mis labios.
-Mi prima Claire.
Se oyó un ruido lejos. Después más cerca, y luego se convirtieron en ladridos. La puerta se abrió, y Paul acompañado de Bola, entró dentro.
Bola saltó y ladró, mientras se acercaba a mí. Me lamió las manos, el rostro, y enredó sus patas en mi pelo.
-Basta, Bola, tranquilízate -le dije, sonriendo. 
Lo sostuve en mis brazos, y se relajó.
-Alexia, puedes tener al perro aquí. Pero cuídalo -dijo Paul, serio-. Nada de que haga aquí sus... cosas. Mantelo limpio y comido, y que respete las horas de sueño. Si no cumple algo de esto, será devuelto a tu casa.
-¡Gracias, Paul! Muchísimas gracias -grité. Lo abracé, y sus brazos permanecieron a los lados de su tronco. Me apartó de él y vi sus ojos oscuros y su nariz aguileña desde abajo.
-Basta.
Sin decir nada más, se marchó.

1 comentario:

  1. Está muy bien tu historia, todavía no las he leído todas, pero están entretenidas.

    A ver si me sigues ;)
    http://recortesdeunfalsopelirrojo.blogspot.com/

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