martes, 12 de noviembre de 2013

Capítulo 49: "Te parezca bien o no."

Decidido: podría haber pedido ser millonaria.
-¿Estás bien?
¡Mister obviedad, alias Adam Smith!
-Claro que no.
Se levanta del banco y camina hacia mí. Su mano me toca la mejilla y me retira las lágrimas de ella.
Ay.
-No tenía que haberte dejado pedirlo.
-No tenía que haberlo pedido.
Nos quedamos mirándonos unos segundos. No porque me guste, sino porque sus ojos azules me atrapan. Parecen el pacífico enbravecido.
Su nariz se acerca a la mía y me retiro de inmediato.
-Nos vemos luego -digo, y salgo trotando hacia la cocina.
He perdido bastante peso aquí. Como pocas veces, así que me preparo una comida abundante.
Sandwiches, ensalada, chocolate, golosinas.
Cuando me meto un sandwich entero en la boca, veo a Bella entrar por la puerta y sonreír al verme así. Merezco una foto.
-¿Se puede saber qué haces? Te vas a atragantar.
Rompo en una carcajada y un trozo de sandwich le llega a la blusa a Bella.
-Asquerosa -dice, y se lo retira-. ¿Puedo quedarme?
Asiento y coge una silla y se sienta.
Intento no recordar el incidente del acercamiento con Adam, pero lo pienso cada vez que mastico.
Si Bella lo sabe, no quiere reprocharmelo. Y por eso me encanta.
¿Nunca habéis conocido a alguien que pasa de las normas y que aún así no recibe nada malo? Yo nunca lo había hecho. Hasta que conocí a Bella. Se salta clases, lee todos los pensamientos. Y además, come y está delgada. ¿Hay algo que odie más que a esa gente que come muchísimo y está delgada? Menuda envidia.
-Así que piensas que estoy delgada. ¡Tú también lo estás! -Dice, y parte una onza de Milka.
Sigo con la boca llena, así que respondo negativamente con el dedo de un lado a otro.
-No te ha besado, ¿no? -Continúa.
-No -digo cuando he tragado el sandwich por fin-, pero tenía ganas de hacerlo. O eso creo.
-Pero tú no sientes nada por él, ¿o sí?
-Qué va. Me gusta Michael.
O le quiero. No lo sé.
-Yo diría que le quieres.
-¿Puedes dejar de leerme los pensamientos?
Mientras reímos, una rubita con el pelo liso hasta los hombros aparece por la puerta.
-Michael al teléfono -dice Channel, con una sonrisa-. Dice que quiere hablar contigo.
Así que me levanto y salgo corriendo hacia ningún lugar. Después caigo en que no sé dónde está el teléfono de la Asociación y vuelvo sobre mis pasos para preguntarle a Channel. Dice que hay uno en la Biblioteca, aunque todos se comunican entre sí.
Corro de nuevo hasta la biblioteca y observo que en la última mesa de la sala hay un teléfono descolgado. Cuando llego allí, cojo el teléfono y respiro agitadamente.
-¿Quién eres?
Se me para el corazón y sé que no me gusta Michael. Que le quiero.
-La más guapa del mundo al habla, ¿quién es?
Oigo cómo ríe a través del altavoz.
-Pues el que más te quiere sobre la faz de la Tierra.
-¿Papá? Ah, hola, ¿cómo estás?
-¡Soy Michael!
-Ah, ¿tú eres el que me quiere? Menudo chasco -digo, y río-. ¿Qué quieres, guapísimo?
-Verás, hoy no podré ir a verte. Estoy hasta arriba de trabajo en la cafetería y estaré hasta tarde.
-Ah.
-No te preocupes, tengo un plan. Iré a por ti a las nueve y te vienes a casa a dormir, ¿te parece bien?
-Está bien. Son las cuatro, ¿no?
-Exacto. Nos vemos dentro de cinco horas, preciosa. ¡Díselo a Paul!
-Está bien, nos vemos.
Cuando estoy a punto de colgar el teléfono, distingo un "Te quiero". Pero cuelgo. Y seguro que me arrepentiré.

Le he contado lo que voy a hacer a Bella y a Channel, y después le he pedido permiso a Paul. Le he explicado que me gustaría pasar un día en casa, porque mi abuela está enferma. Me ha dicho que era imposible, y después de varios minutos, lo he hecho cambiar de opinión.
Así que ahora estoy en mi cuarto, metiendo una muda en mi bolso. Después de dos horas buscando algo decente para mañana, elijo unos vaqueros oscuros y una camiseta de un perro con la lengua fuera.
Infantil.
Necesito ducharme y cambiarme de ropa.
Aún con el cuerpo caliente, elijo una falda de tubo azul y una camiseta ancha blanca.
Pareces un playmobil. Cuando voy a preguntarle qué le parece a Channel, se mete en el baño.
Pero no tengo tiempo para más, la puerta suena y para mi sorpresa, Laura aparece y se sienta en la cama.
-Así que a ver a tu familia, ¿eh?
No voy a contestar a nada de lo que diga, así que dejo que hable.
-¿O a dormir con Michael? Os escuché esta tarde en la Biblioteca -continúa-, es fácil cuando todos los teléfonos están comunicados entre sí. ¿Lo sabe Paul?
-Sí -respondo, tan seria como puedo. Parece que se lo cree, porque se levanta y gira el pomo de la puerta para marcharse.
-De todas formas informaré a Paul -susurra, y abre la puerta por fin.
-No, no lo harás -dice Channel, abriendo la puerta de un portazo-. ¿Tanta envidia te da que Alexia sea feliz? ¿Qué culpa tiene ella de que Adam la siga queriendo? No vas a decir nada, porque entonces yo hablaré.
Te quiero, Channel.
-Me dijiste que no lo contarías a nadie.
-Y no lo haré, a no ser que hagas daño a mis amigos o a mi hermano.
-Valiente zorra -grita, y sale de un portazo.
-¿Sabes que te quiero? -Le digo a Channel mientras la abrazo.
-Vaya, mis dos chicas favoritas abrazadas. ¿Cabe uno más?
Ambas nos giramos y sonreímos al ver a Michael, nuestro Michael.
-No, somos bolleras.
-Muy graciosa, Channel.
Se acerca a ella y la abraza, mientras le da un beso en la frente.
-¿Nos vamos?
Asiento y me coge de la mano.
-Nos vemos mañana, Channel. Y gracias. Y a ti -digo refiriéndome a Michael-, no se te ocurra abrir los ojos mientras viajamos. En serio.
-Está bien, mandona.
Así que, en una espiral de colores, aparezco de nuevo en un loft monísimo. Por la ventana se observa un tráfico de coches y personas con prisa que caminan de un lado a otro.
-¿Te gusta? -dice mientras se sienta en un sofá- Estoy muy cansado, ¿tú no?
No está cansado, lo sé por su sonrisa pícara y esos ojos verdes brillantes.
Se acerca al equipo de música y pulsa un botón.
Suena Skinny Love de Birdy.
Se acerca a mí. Nuestras narices se rozan y sonríe.
-¿Me quieres?
-Mucho -digo, aunque la voz me falta cuando lo tengo tan cerca-. ¿Tú a mí?
-Siempre lo haré.
-No digas siempre, por favor.
-¿Por qué?
-No existen.
-¿No crees que vayamos a tener un siempre? Yo sí lo creo. Algunos infinitos duran más que otros. No me refiero como... lo que seamos ahora -dice con una sonrisa-, sino como lo que seamos siempre. Amigos, novios, lo que sea. Yo te querré como te quiero ahora. Y lo voy a hacer hasta el día que tenga uso de la razón o en el que muera. Te parezca bien o no.
Se acerca a mí lentamente y me besa dulcemente durante no sé cuántos minutos.
El corazón me late tan deprisa que la sangre me bombea la cabeza con fuerza.
-Yo también lo haré -digo-. Te parezca bien o no.