sábado, 3 de septiembre de 2011

Capítulo 2: "No he tenido el placer de conocerte, no?"

Hoy cumplo quince años. Voy a celebrar una fiesta, va a ser alucinante, vendrán todos mis amigos: Holly, Jackson, Amelie, Alex, Allison, Alice y Gabe.
Me desperté cuando mi móvil sonó. 1 mensaje nuevo – Holly:
Cariño, asómate a la ventana, es muy urgente.
Cuando Holly decía que era urgente, era porque era muy urgente. Salí con las legañas en los ojos y con el rímel que cubría mis ojos, porque ayer había tenido una fiesta en Foster’s Hollywood. Además, con mi pijama de Micky Mouse, que me regaló mi madre el año pasado, desteñido de haberlo lavado tantas veces. Cuando pude abrir los ojos, a causa del radiante sol, oí a todos cantando una canción de cumpleaños.
Allí estaban, Holly, Jackson, Amelie, Alex, Allison, Alice y Gabe. Y otro chico al que no conocía, un amigo de Alice.
-¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz! -Cantaban todos antes de gritar como locos.
El chico desconocido sacó un mp5 y unos altavoces gigantes. Después de apretar unos cuantos botones, sonó Love is Easy de McFly, una de mis canciones preferidas. Todos se pusieron a bailar, mientras yo estaba flipando y Allison intentaba gritar para que la escuchara más que esa canción que volvía locos a todos.
-¿A qué esperas? Vístete y coge tu skate. –Dijo mientras sonreía y antes de que Alex la cogiera del brazo y se pusiera a bailar con ella. 
Me puse mi sudadera gigante de Domo (ese especie de monstruo tan mono), mis vaqueros cortos, sujetados por un cinturón marrón, y mis converses blancas. Me quite la goma del pelo y me lo revolví. Ese día tenía un brillo especial, mis rizos llegaban hasta media espalda. Me sujeté un poco de él con una diadema roja en el pelo. Bajé corriendo las escaleras y cogí mi skate a toda prisa. Mi hermana, Mery, asomó su cabeza por la puerta de su habitación y sonriente dijo:
-Para ti, fea. – Y sacó de sus espaldas un skate con la bandera inglesa por debajo.
-¡Gracias! Ahora tengo que irme. –Dije mientras dejaba el viejo skate en el suelo y le daba un beso en la mejilla.
Bajé otro piso y mi hermano, Ángel, estaba sentado en el sofá haciendo zapping. Me planté delante de la tele.
-Quita de en medio. -Dijo mientras me miraba desafiante.
-¿No tienes nada que decirme?
-¿Has engordado?
-No, imbécil.
-Lo sé, felicidades. Toma.- Y se sacó de su bolsillo una cajita pequeña de color rojo con un lazo blanco adornando la pequeña caja.
-¿Qué es?
-Ábrelo.
Lo abrí para examinarlo por fin. Dentro había un aro para la nariz. Era perfecto. Antes me hice el roto para el piercing, pero no encontraba aros bonitos para ponerme, así que no lo utilizaba. Fui corriendo al espejo más cercano que encontré y me lo coloqué. 
-Gracias.
-Sonríe un poco, ¿no? Es tu cumpleaños.
-¿Así? -Mostré una sonrisa tan amplia que me recordó que tenía que lavarme los dientes. Cuando lo hice, salí del cuarto de baño y mi madre me dio un beso.
-Toma, cariño.
Sostenía una caja bastante grande, algo que me tentaba a saber qué era.
-Mamá, no puedo. Mis amigos llevan 15 minutos esperándome fuera de casa. Cuando vuelva, me lo das ¿vale? Te quiero.- Dije mientras le daba un beso en la mejilla y le sonreía.

Al cerrar la puerta de casa, contemplé finalmente a todos mis amigos y al chico desconocido en la calzada. Habrían escuchado la canción unas tres veces. Jackson, tan divertido como siempre, comentó:
-Vaya una tardona, al final aborrezco la canción por tu culpa.
Era la primera vez que veía un chico tan guapo, el chico desconocido, era como un modelo aún sin conocer. Moreno, alto, ojos azules y con quince años, como yo a partir de ese mismo día. Alice vino hacia mí.
-¡Qué guapa! ¿Por qué será? -Dijo mientras miraba a Adam y soltaba una de sus risitas características.
-Gracias pero es mi cumpleaños, no te pases diciendo mentiras, estoy tan fea como siempre.
Alice salió corriendo a por Adam, lo enganchó del brazo y lo trajo en frente de mí. Después, se marchó a toda prisa. Supongo que para dejarnos solos.
-Hola -comentó con una sonrisa-. No he tenido el placer de conocerte, ¿no? Soy Adam.
-Yo Alexia, encantada.- Casi susurré. Estoy segura de que me sonrojé. Sonreí mientras nos dábamos dos besos.
 Después, paseamos por la ciudad con nuestros skates. Aunque había aprendido unos meses cómo usarlo y después de mil moratones, mucha sangre y agua oxigenada, no era la pringada sin skate.

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