jueves, 22 de septiembre de 2011

Capítulo 13: “No tengo ganas de irme de aquí. A tu lado se está bien."

Starbucks había estado muy bien. Jackson y Channel habían estado toda la tarde hablando. Y Mich y yo estábamos felices como tontos.

Al día siguiente no me encontraba bien. Nada bien. Estaba enferma. Vómitos, migrañas…etc. 
Paul vino a visitarme y me puso un paño de agua fría en la cabeza, que me calmó muchísimo. 
Cuando terminaron las clases, Mich y Channel vinieron a mi habitación.
-¡Ey! -saludó Channel- ¿Cómo estás?
-De puta madre, ¿no lo ves? –Reí.
Michael se acercó a mí y me saludó.
-Hola fea.
Me intentó besar, pero le sujeté los hombros.
-Ni lo intentes, te pondrías enfermo.
-Me da igual -Me besó y se metió en la cama conmigo.
-No hagáis guarrerías  ¿eh? -Dijo Channel. Reímos. Después, se marchó de la habitación.
El calor que ejercía el cuerpo de Michael me relajó. Me miró a los ojos durante unos instantes, luego a los labios, y por último volvió a los ojos.
-Lo he dejado con Elisabeth -dijo, mientras sonreía.
-¿Quién es Elisabeth?
-La chica rubia de mi habitación.
Asentí. Michael tendría cosas que hacer, pero se quedaba conmigo. Estando enferma y horrible.
-Gracias.
-¿Por qué? -preguntó, con una sonrisa.
-Por quedarte aquí conmigo -le dije, tocándole la nariz con el dedo índice.
-No tengo ganas de irme de aquí. A tu lado se está bien.
Sonreí. Las pastillas se apoderaban de mi cuerpo, así que apoyé mi cabeza en el pecho de Michael y antes de darme cuenta, me dormí.
Cuando desperté, Michael no estaba. Supuse que habíamos estado toda la mañana abrazados, incluyendo cuando estaba dormida, porque estaba abrazada a una almohada, que probablemente Michael habría colocado estratégicamente antes de marcharse, para que no notara su ausencia.
Ahora me sentía mejor, mucho mejor. La cabeza había dejado de palpitar tan fuerte, y tenía cierto apetito.
Me levanté, perezosa. Cada paso se hacía un gran esfuerzo hasta el baño. Me aseé, contemplándome en el espejo y maldiciendo lo horrible que había estado para Michael.
Eso me hizo sonreír, porque me había mirado del mismo modo en el que me miró en la fiesta de mi cumpleaños en la Asociación, cuando iba maquillada.
Un sonido se reprodució en la habitación, y la puerta se abrió.
Mi padre me sonreía.
-¿Cómo estás? -me preguntó.
-Me prometiste que vendrías todos los días y desde la fiesta no te he visto -le reproché, algo disgustada.
-He estado liado, además todos los días no podré venir -argumentó, después de que su sonrisa desapareciera-. Bueno, ¿cómo vas?
-Bien. No se me hace demasiado duro. Además he conocido a una chica, Channel, que es un año menor que yo, y a su hermano, Michael, que es de mi edad. Son muy simpáticos.
-Eso es fantástico -dijo, con una gran sonrisa. Las arrugas de sus ojos se pronunciaron, y me hicieron sonreír.
En ese momento, apareció Michael, con un donut de chocolate.
-Hola -saludó, con los ojos muy abiertos
-Hola. Michael, este es mi padre. Papá, este es Michael.
-Encantado, señor.
Esto hizo sonreír a mi padre. Michael era muy educado, a diferencia de los demás chicos de mi edad, que saludaban a sus padres con un "¿Qué hay, viejo?".
-Igualmente, chaval -dijo aún con una sonrisa mi padre.
-¿Y Channel? -le pregunté a Michael, para cambiar de tema.
-Ahora viene. Toma -dijo, mientras me daba el donut. Sonrió.
Michael, era especial. Sé que todas las chicas dicen lo mismo de su novio, pero yo lo sentía de una forma muy profunda. Lo conocía de unos días, pero me había dado una buena impresión. Y las primeras impresiones son muy importantes para mí.
Su sonrisa totalmente blanca y recta. Sus hoyuelos dejaban ver a un chico dulce y pícaro a la vez. Sólo sonreía con ver sus hoyuelos.
En unos pocos minutos, Channel llegó con una invitada especial.
La chica rubia, la ex de Michael, Elisabeth. 
La larga melena rubia se movía con cada uno de sus pasos. Miró a Michael y le guiñó un ojo.
-¡Ya está aquí el alma de la fiesta! -gritó Channel. Cuando vio a mi padre, se quedó callada- Buenas tardes. Soy Channel. Y ella es Elisabeth, la…
-Mi novia -la interrumpió Michael. 
Me quedé mirándolo con la boca abierta. ¿Ahora iba a besarla delante de mí? Yo sabía que era para disimular delante de mi padre, pero como la besara, se habría terminado.
Mi padre se acercó a mí y me dio un beso.
-Alexia, me voy. Pronto volveré -dijo, volviéndose hacia la puerta. Asentí.
-Papá, ¿te importa traerme a Bola, por favor?
-De acuerdo. Hablaré con Paul para ver si puede vivir aquí contigo.
-Te quiero -le dije, con una sonrisa.
-Y yo.
Elisabeth, Channel, Michael y yo nos quedamos en silencio.
-¿Se puede saber qué dices? -dije, dirigiéndome a Mich.
-Era para que no sospechara, Alexia -Se acercó a mí y me pasó el brazo por encima. Sonrió.
-Hola, soy Alexia, encantada -le dije a Elisabeth, sonriendo, aunque no tenía ganas de hacerlo.
-Yo Elisabeth, encantada también.
En ese momento, recibí una llamada de mi prima, Claire.
-Tengo que cogerlo. Un segundo -Salí de la habitación-. ¡Claire!
-¡Alexia! Ya me ha contado tu padre todo. Joder tía, yo quiero tener poderes…
Reí al escuchar el comentario.
-Te aseguro que no. Es un incordio. ¿Qué tal todo por ahí?
-Aquí es siempre todo igual. ¿Y tú qué?
-Aquí todo es raro -le dije, con añoranza-. Pero todo va bien -dije, entre una risa.
-Eso suena a que has conocido a alguien. Soy tu prima favorita, me lo tendrás que contar. ¿Es algún chico?
-He conocido a chicos y a chicas.
-Infórmame sobre ese chico. Sé que hay un chico por el tono de tu voz. ¿Quién? -gritó. Por un momento, me recordó a una de esas fans que gritan por ver una foto de su ídolo con otra fan.
-Michael. Pero no es nada serio -le dije, antes de que gritara de nuevo.
-Descríbemelo.
-Rubio, alto y con los ojos verdes. Tú me dirás.
Un grito por la otra línea, que hizo que alejara el teléfono de mi oído.
-Perfecto -declaró, antes de una risa profunda-. Tengo que irme. Hablamos otro día, ¿vale? Espero verte muy pronto,
Noté algo de añoranza en sus palabras. Me llevaba genial con ella, y la quería como a nadie. Era una rubita pequeña, con los ojos verdes oscuros. Era sarcástica y muy cariñosa. Hace unos años nos llevábamos fatal, pero ahora la quería mucho. Hacía varias semanas que no la veía, y se haría más pesado ahora que estaba en la Asociación. 
Pensé en que podría tener poderes. Estaríamos todo el tiempo juntas, conocería a gente y se lo pasaría genial.
La iba a echar mucho de menos, como a todos mis amigos y familia de Londres.
-Yo también lo espero. Te quiero -le dije.
-¡Y yo!
Colgó.
Entré a la habitación. Channel estaba en la cama, Michael sentado en una mesa y Elisabeth en el centro, mirando al suelo.
-¿Quién era? -preguntó Channel.
Una sonrisa apareció en mis labios.
-Mi prima Claire.
Se oyó un ruido lejos. Después más cerca, y luego se convirtieron en ladridos. La puerta se abrió, y Paul acompañado de Bola, entró dentro.
Bola saltó y ladró, mientras se acercaba a mí. Me lamió las manos, el rostro, y enredó sus patas en mi pelo.
-Basta, Bola, tranquilízate -le dije, sonriendo. 
Lo sostuve en mis brazos, y se relajó.
-Alexia, puedes tener al perro aquí. Pero cuídalo -dijo Paul, serio-. Nada de que haga aquí sus... cosas. Mantelo limpio y comido, y que respete las horas de sueño. Si no cumple algo de esto, será devuelto a tu casa.
-¡Gracias, Paul! Muchísimas gracias -grité. Lo abracé, y sus brazos permanecieron a los lados de su tronco. Me apartó de él y vi sus ojos oscuros y su nariz aguileña desde abajo.
-Basta.
Sin decir nada más, se marchó.

Capítulo 12: “Arreglado, sólo amigos.”

Acababan de dar las siete, y en ese momento, tocaron la puerta. Tan puntuales como siempre. Entraron y Mich me saludó con un beso, algo que no entendí.
-Puaj -dijo Channel.
-Vámonos, ¿no? -preguntó Mich.
-Pf, venga. Prueba si puedes transportarnos también a nosotras.
-Dadme vuestras manos. Venga, al Instituto Parks. - Cerró los ojos y de repente, estábamos debajo del árbol principal. Justo a los dos segundos llegaron Allison y Alex, cogidos de la mano.
-No os hemos visto llegar.
-Hemos venido por detrás. -Disimuló Mich.
-¿Quiénes son, Alexia? -preguntó Alex.
-Este es Michael, y esta su hermana, Channel, la cita de Jackson.- Reímos todos. Mientras se presentaban, y se daban dos besos, todos los demás llegaron. Menos Adam.
Los presenté a todos, y me di cuenta de que Channel y Jackson intercambiaban muchas bromas. Jackson parecía contento, y si él lo estaba, yo también.
Todos hablábamos animados sobre cómo nos iba en el internado, y a ellos en el instituto.
Adam llegó media hora más tarde.
-¿Por qué has llegado tan tarde? -le pregunté, susurrando mientras los demás hablaban.
-Es que… he ido al supermercado con mi madre. Lo siento -Se mordió una uña, y desvió la vista hacia el cielo. Mentía, y yo lo sabía-. Está mal de los huesos.
La hora de revelar mi secreto se acercaba, y con ella, mis ganas de esconderme bajo tierra. Tenía miedo de que me tomaran por loca, o algo peor, perderlos. Tragué saliva, y cuando quise hablar, mi garganta se contrajo. Inspiré una vez más, y las palabras salieron como agua a presión.
-Tengo que deciros algo. Pero prometedme que no se lo diréis a nadie.
Todos asintieron, y pude ver cómo Jackson me dedicaba una mirada de apoyo. 
-Es coña, ¿no? -Michael parecía nervioso. Se pasó una mano por el pelo y me miró. Sus ojos verdes parecían marrones, y me maldije por no contemplarlos más de cerca- No puedes decirles eso.
-Tengo que hacerlo -le susurré, esperando que me comprendiera. Bajó la cabeza, y sus manos se pararon en el césped recién cortado. Lo arrancó, mientras negaba con la cabeza. 
Yo sabía que era una mala idea, pero la única forma de quitarme un peso de encima era revelar mi secreto. Ellos habían confiado en mí desde hacía cinco años. Habíamos sido amigos, nos habíamos comprendido, nos queríamos. Quería decirles que si necesitaban algo, yo estaría allí para ellos. Mi mayor secreto era ese, así que les dejaría ver que yo era una buena amiga. 
-¿Recordáis el quinto cumpleaños de Holly, cuando su abuelo empezó a toser y no podía respirar? -continué. Todos asintieron, y las palabras siguientes parecieron un trueno en la oscuridad- Yo lo salvé.
El silencio se hizo eterno, y después todos rieron. Michael, Channel y Jackson permanecieron callados, comprendiéndome. Empecé a pensar que debía haberme callado.
-Es cierto -argumentó Michael-. Mi madre estaba vegetal, y ella la salvó.
Las risas cesaron. Todos me miraron. Y me sentí agradecida por Michael una vez más.
-Y ellos, Mich y Channel, tienen el poder de viajar cuándo y dónde quieran.
Holly apretó los labios. Después me miró. Sus ojos se encontraron con los míos. Y los vi llenos de lágrimas. No sabía si me creía, pero pensaba que estaba agradecida por hacerle eso a su abuelo.
-¿Podéis demostrarlo? -preguntó ella.
-No hay nadie enfermo.
-¿Se considera afonía a una enfermedad? -insistió. 
-No lo creo. Ven aquí -le dije. Ella se acercó. Mis manos fueron a su garganta. Las presioné suavemente, y ella no dejó de mirarlas. -Habla.
Cantó un verso de una canción. Su sonrisa se agrandó y me abrazó. Sentí su pecho agitarse.
-Gracias -me susurró-. Por lo de mi abuelo.
-Y nosotros también podemos demostrarlo -interrumpió Michael-. Channel, vete a esa esquina y yo a esta. Y a la de tres regresamos aquí.
Channel asintió. Cada uno se marchó a su esquina y se miraron.
-Uno -gritó Channel- , dos y tres.
Al segundo, estaban de nuevo en la sombra del árbol. Ambos sonrieron, satisfechos.
-Podemos ir a donde queramos. Como si está en la otra punta del mundo.
-Ala -susurró casi para sus adentros Holly-. ¿Y por eso estás en ese internado?
-No es un internado, es un colegio de aprendizaje para ayudarnos a controlar nuestros poderes. Llevo desde los cinco años, y tengo vuestra misma edad -dijo Mich.
-¿Y tu hermana cuántos años tiene? -Jackson preguntó.
-Me lleva diez meses, tengo un año menos que él.
Jackson apretó los labios y asintió.
-¿Podemos ir a Starbucks? He oído mucho ese nombre, pero nunca he tenido la oportunidad de ir -dijo Mich.
-Eso está hecho. Te va a encantar. Mi favorito es el frapuccino de vainilla -empezó Holly, y supe que iba a atormentar a Michael hasta el fin de sus días.
Esa era una de las razones por la que quería a Holly. Podía estar callada durante horas, y en tres minutos contarte todo lo que le había pasado por la cabeza en ese periodo.
Antes de que se fuera Adam, lo cogí de la mano.
-Ahora dime la verdad. ¿Por qué has llegado tarde?
-Por lo que te he dicho.
Lo miré, con los ojos entornados. Los puse en blanco, y él apretó los labios.
-Dime la verdad -le supliqué.
-He conocido a una chica del instituto.
-¿Quién?
-Alice.
-¿La de 1º de Bachillerato?
-Sí -afirmó, preocupado. Cerró los ojos y suspiró-. Lo siento mucho.
Al fin y al cabo, no era la única que había metido la pata en esta relación.
-No te preocupes. De hecho, también he conocido a alguien.
-¿Quién?
-Michael -le dije. Y el hecho de pronunciar su nombre, hizo que lo mirara. Sonreía a Holly, y ella le contaba algo interesante, por su rostro serio.
-Espero que seas feliz, te mereces a alguien especial -incluyó, con una sonrisa.
-Tú también. 
Él me ofreció sus brazos, y lo abracé.
-Amigos, ¿no? -preguntó, guiñándome un ojo. Le asentí y él me soltó. 
Corrimos hasta alcanzar a los demás. Channel estaba al lado de Jackson, y Mich solo un poco atrás, con las manos en los bolsillos. Holly lo había abandonado por Alex. Hablaban animadamente sobre el concierto de Green Day. Me aproximé a Michael y me agarré de su brazo. Pegando pequeños saltos le dije:
-¡Ey!
-Ey. -Sonrió.- ¿Todo arreglado?
Asentí. Y su sonrisa destacó aún más.
-¿Entonces puedo hacer esto?
Mis cejas se juntaron, no entendiendo qué quería decir. Tomó mi rostro entre sus manos, y me besó.
-Supongo que sí -dije, sonriendo.

Capítulo 11: “Personas especiales.”

Las clases transcurrieron como otro día normal excepto que Alejandro, un chico de clase, se ha quemado las manos, y no puede asistir al aula.
Tenía ganas de que llegaran las siete de la tarde para quedar con todos mis amigos. Empezaba a pensar que hoy iba a ser un día especial.
La comida fue trágica. Hubo una pelea de comida, pero por suerte salimos de allí rápido. Nos fuimos a la habitación de Mich.
Era muy bonita, esa mañana no me había fijado porque fui principalmente para pegarle un guantazo. Era muy espaciosa, azul, blanca, con muchos muebles, fotos de él en toda la pared… E incluso había una de una chica muy guapa, rubia.
-¿Quién es?- Dije señalando la foto.
-Mi ex-novia.
-Ah. - Channel se reía- ¿Tienes alguna foto de ti y de tu hermana juntos, lo más reciente posible?
-Sí, guardo algunas de hace unos meses, cuando visitamos Londres un día. ¿Por qué?
-Colecciono fotos de gente que conozco, que me caen bien, que son mis amigos.
Fue hasta su mesita y sacó un álbum de color blanco, con picos dorados. Cuando estuvo cerca de mí pude distinguir unas letras en la pasta.
"Personas especiales."
-Aquí tienes -dijo, sacando con cuidado una de las fotos de las primeras páginas. Después me la dejo en la mano-. Pero no me recortes y la mires todos los días al levantarte, ¿vale?

-¿Qué dices? No flipes, Michael -susurré. Toqué su cara con ambos manos, y él sonrió. Por un momento me arrepentí, pensando que él pensaría que querría algo con él. Los tres sabíamos que éramos solo amigos, pero Mich quería que fuéramos algo más (supongo), cosa que por mi parte, estaba de más.
Aproveché y miré su álbum de “Personas Especiales”.
Él de pequeño, con pañal y un polo de chocolate. Channel a su lado sonriente mientras está sentada en el césped.
Una pareja jóven, sonriendo. Sostienen a un bebé en sus brazos y la mujer está embarazada.
Ella es castaña, con los ojos verdes. Él es rubio, con los ojos marrones.
Me pregunto quiénes serán y por qué son especiales para Michael, pero recuerdo que según la tradición yo tengo que darle una foto mía.
-Aquí tengo una mía de hace al menos dos meses.- Saqué el móvil del bolsillo del pitillo y destapé la carcasa. Saqué la foto de carné. Según mi madre era mi mejor foto, así que cada vez que tenía que utilizar una para cualquier cosa, usaba esa. Tenía como cincuenta copias en casa.

Estaba estudiando para el examen de ciencias para mañana.
Estaba harta. Nunca se me habían dado bien las ciencias, y menos este tipo. Todo estaba relacionado con poderes, y la cabeza me iba a estallar.
Tiré el libro al suelo y giré varias veces el cuello, que crujió.
Decidí ducharme, para relajarme y estar lista para la quedada con mis amigos.
Estaba ansiosa, quería que fueran las siete en ese mismo momento. Me sabía el tema de Ciencias (más o menos).
Salí de la ducha aún con la toalla y me planté delante del espejo para secarme el pelo.
El ruido del secador ayudaba a tapar cómo cantaba. Fatal.
Cantaba alto, imitando con el secador un micrófono. Me examiné en el espejo, creyendo que tenía un pequeño grano en la mejilla.
En la esquina del espejo distinguí algo. Brillante. Me giré en redondo.
La sonrisa de Michael.
Yo estaba en toalla, y sin ropa interior debajo de ella.  
Al girarme, las gotas de mi pelo largo saltaron hasta su camiseta, color negra. Se podía distinguir dónde habían caído. Se pasó las manos por el dorso y me miró, sonriente.
Estaba apoyado en la pared, con los brazos relajados.
Me miró de arriba abajo, sin que su sonrisa desapareciera.
-Me has asustado -declaré, mientras apagaba el secador.
-Guau.
-Sal -ordené, señalando la puerta.
-¿Qué haces? -preguntó, como si no me hubiera escuchado.
-¿Qué crees? 
Señalé la toalla y arrugué la cara, para darle a entender que su obviedad no era demasiado aguda.
Esto era el colmo. Michael entraba en mi cuarto cuando quería, se quedaba allí sin importar si estaba con ropa o no, y me dedicaba su típica sonrisa burlona.
Aunque era sexy.
-Acabo de hablar con mi chica.
-¿Cómo?
-La chica de la foto de mi cuarto.
-¿No era tu ex?
-Era. He hablado con ella y… no sé cómo, pero hemos vuelto. Curioso, ¿verdad?
-No -declaré, y volví a encender el secador.
Me cogió de la cintura y me giró hacia él. Apagó el secador.
-¿Estás celosa?
-Claro que no. ¿Puedes marcharte ya?
-¿Molesto? -Dijo, sentándose en el tocador, con los brazos colgando y sonriendo.
Asentí. 
-Está bien. Me marcho. Pero dame un beso -pidió. Le miré y negué con la cabeza- ¿En la mejilla?
Me acerqué a él y lo besé en la mejilla.
Esperaba que se bajara del tocador, pero no lo hizo.
Se acercó a mí, despacio.
Nuestras narices se tocaron. Nuestras respiraciones se convirtieron en una. Sentí cómo sonreía.
Cerré los ojos, llevada por el momento.
Oí cómo soltaba una carcajada.
Ahora se marcharía y se reiría de mí siempre. Channel estaba equivocada. No le gustaba a Michael. Sólo quería divertirse. Eso era lo que hacían todos. Esperaba que no pasara lo mismo con Adam.
Me aparté, intentando no dejarme más en ridículo.
Contemplé su sonrisa. Entonces sus manos viajaron hasta mis mejillas y me acercó a él.
Me besó suavemente.
Sentía que el corazón me iba a estallar.
"Besa mejor que Adam", pensé. Al darme cuenta de lo que estaba haciendo, me separé de él.
Él parecía sorprendido, aunque alegre.
-Vaya, ¿no beso tan bien como tu amigo? -preguntó- Puedo probar de nuevo si quieres.
Agarró la toalla y me atrajo a él. Volvió a besarme, más lento que antes.
En ese momento, entró Channel.
 -Oh. No tenía por qué ver esto -declaró, tapándose los ojos-. ¿Se puede saber qué hacéis? Menuda pregunta más obvia.
Mi cabeza echaba humo, el corazón iba a salirse de mi pecho y el estómago me ardía.
Había quedado con mis amigos en menos de una hora. 
Había quedado con mi novio, rollo, o lo que fuera, Adam.
Me acababa de besar dos veces con el hermano de mi compañera de habitación.
Joder.
-Esto no ha pasado ¿vale? -dije, y miré a Michael. Aún estaba sonriendo, cosa que no entendía. Seguramente había conseguido otro rollo. Algo que me hizo daño. Nunca seríamos amigos.- Dentro de una hora aquí.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capítulo 10: “Alex, tú le gustas.”

La cena fue normal, silenciosa. Nos fuimos a la habitación. Estaba preocupada. 
Exactamente no sabía por qué. Estaba nerviosa por quedar con mis amigos, pero creo que lo que verdaderamente me preocupaba era Michael. Y su comportamiento.
-Channel -digo, y ella me mira con una sonrisa-, ¿tu hermano no se comporta… raro?
-¿Raro?
-No sé. Lo noto extraño.
Hace un breve silencio mientras dobla una de las camisas limpias y la guarda en el armario.
-No sé. Será... porque le gustas.
Se gira para ver mi expresión. Y me gustaría verla hasta a mí misma.
-¿Qué? Es mono... pero yo estoy con Adam. Mañana hablaré con él.
Ella sonrió, a saber por qué y dijo algo bajo que no pude descifrar. 
Se metió en su cama, y yo en la mía aunque no pude dormir demasiado con el lío en mi cabeza.
"A Michael le gustas", me decía una y otra vez.
¿Era coña? A mí me gustaba Adam, aunque Mich era mono y tal. No quería defraudar a ninguno. Quedaría de amiga con Mich, y pareja de Adam.

El despertador sonó a las 7:30. Por lo menos, hoy no estaba tan cansada.
Me levanté, bajé las escaleras y busqué la habitación de Michael.
-¿Podemos hablar?- Le dije cuando abrió la puerta.
-¿A las siete de la mañana?
Estaba muy mono recién levantado. Llevaba unos pantalones de cuadros como los míos, y y una camiseta de manga larga roja, a juego con el pijama. A diferencia de la mía, que era olímpica de color gris. Le empujé y pasé dentro. 
-Pasa ¿eh? -Dijo sarcástico con una sonrisa tonta en la boca. Sus dientes como perlas brillaban.
-¿Por qué te comportas así conmigo?
-¿Así? ¿Así cómo?
-No sé. ¿Acaso te gusto? -Le dije, y se tocó el pelo varias veces.
-No. ¿Por qué ibas a gustarme tú?
En cierto modo me dolió ese "tú". ¿Acaso quería decir que era demasiado para él?
-Pues vale. 
Cuando salí a la puerta, giré el pomo y al intentar bajar una de las escaleras unas manos fuertes y grandes se enredaron en mis caderas y me atrajeron al dueño.
Michael.
-¿Qué, qué...? -Pregunté, pero las palabras restantes quedaron en el viento, a espera de ser oídas.
Los labios de Michael me habían silenciado.
Sabían a azúcar, como la de los donuts recién horneados.
Al separarnos, mis ojos quedaron cerrados y mi boca, abierta, durante un instante. Cuando por fin pude concentrarme, él me miró satisfecho, con una sonrisa burlona y apoyado en el marco de la puerta.
No iba a dejar esto así. ¿Qué se pensaba que era? ¿Una cualquiera que besa a todos los chicos?
Mi mano estalló en su mejilla, y él me miró asombrado.
Bajé los escalones y sentí su mirada en mí. Por cada centrímetro de mi cuerpo. Explorándome.
-Me encanta esta chica.- Dijo en susurro. Aunque lo oí.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Capítulo 9: “Escapada al instituto Parks."

Hacía mucho que no hablaba con mis amigos, así que decidí hacer una vídeo-llamada en tinychat con todos. Me conecté y les mandé un sms.
Para: Holly, Jackson, Amelie, Alex, Allison, Alice, Gabe, Adam- A las 22:03
Tinychat.
En unos pocos minutos se conectaron todos.
-¡Qué guapos estáis todos!
- Habló la más indicada para hablar de guapos- Dijo Holly.
Channel estaba por atrás colocando el cuarto. Allison y Alex estaban en la casa de Allison,juntos.
-¿Qué tal parejita?- Dije refiriéndome a ellos.
-No nos podemos quejar, ¿verdad?- Dijo Allison sonriente.
-¿Y esa quién es?- Dijo Jackson mientras se peinaba con un peine- refiriéndose a Channel.- Estoy soltero.- Guiñó un ojo. Todos empezamos a reír, menos Channel que enseguida cogió una silla y se colocó a mi lado.
-¿De qué te ríes?- Preguntó Channel.
-Nada, que a un amigo mío le gustas.- Señalé a Jackson.
-Ah, pues es muy mono.
-Anda pringados, siempre riéndoos de mí y mirad.- Dijo Jackson.- ¿Quieres ir por ahí a tomar algo?
-No puedo, no podemos salir de la or…
Justo a tiempo, le tapé la boca.
-De la… or… or.. – Mierda, no se me ocurría nada.- Tía, ¿qué dices?- Le guiñé un ojo cuidadosamente.- ¡Si esto es un colegio interno!
-Ah… Es verdad. Es que siempre me confundo. No puedo salir del internado.
-O sí.- Dije con una sonrisa pícara.- A ver chicos, mañana a las 7 en el Instituto Parks, ¿vale?
Todos asintieron.
-Nos vamos, tenemos que cenar.- Dije. En ese momento apareció Michael.
-Ey.
-Mich, ¿te vienes mañana por ahí? -Preguntó Channel. 
-No podemos salir.
-Nos escapamos.
-Ni de coña.
-Aburrido.
-Estáis chaladas...
1 mensaje nuevo: De: Adam: Recibido a las: 22:30:
¿Quién es ese petardo?
No tuve ganas de responder.



Mientras bajábamos las escaleras empezamos una conversación.
-Mich, ¿cuál era tu poder?
-Igual que el de mi hermana.
Si no recordaba mal, el de Channel era transportarse dónde y cuándo quisiera.
-Bien, ¿y si tocas cosas también se transportan?
-No sé, nunca lo he probado.
-Mañana lo probaremos, a lo mejor podemos transportarnos al Instituto Parks.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Capítulo 8: “Es mi poder.

Después acudí a la casa de Adam. Le envié un mensaje:
Asómate a la ventana.
Vi su cara aparecer entre dos cortinas blancas. Me vio y sonrió. Cerró las cortinas y bajó.  Se abrió la puerta principal y ahí estaba. Llevaba una camisa de cuadros abierta: roja, blanca y negra; y debajo de ella una básica olímpica de color blanco. Unos pitillos color negro y unas converse de color blancas, como las mías. Yo estaba en la acera de enfrente.
-¡Ey feo!- Le dije.
-Ey, guapa.- Cruzó la calle y se quedó en frente de mí. Fue una reacción que tuve de repente, le besé. Él me besó de nuevo.
-Lo hago porque me das pena. -Dijo guiñando un ojo.
-Qué idiota eres.
Nos besamos de nuevo.
-Ahora me tengo que ir.
-¿En serio, me vas a dejar así? Venga ya. Quédate un rato.
-Me he escapado del internado, puede caerme una muy gorda.
-Pero vale la pena si te quedas conmigo, ¿no?
-No se yo... -Reímos. - Venga, vamos al banco. Tú primero.
-¿Cómo te las has ingeniado para salir? -Dijo mientras se daba la vuelta.
En ese momento había echado a correr y él no se había dado cuenta.
-¡Pero espera!
-¡Adiós! -Dije mientras corría y reía como una loca mientras me despedía de él subiendo el brazo, pero sin darme la vuelta.

La calle se desvaneció ante mis ojos, y a los pocos segundos me encontré delante de Ophélia, que parecía bastante molesta.

-¿Se puede sabeg pog qué no estabas aquí?
-Es que… em… Necesitaba ir a casa a por ropa limpia. -Dije lo primero que se me había ocurrido. Parecía que se lo había tragado, respiré aliviada.
-Que sea la última vez. -Dijo mientras se marchaba.
-Ophélia… -Le impedí que se fuera.- ¿Cómo he aparecido aquí, de repente?
-Yo también tengo podeges. Es mi podeg transportar dónde y cuándo quiera a la gente que quiera y cómo quiera.
-Pero… ¿No es un podeg absurdo? Digo, ¿poder?
-Hay podeges de todos tipos. Hay algunos que sigven y otros no -Hizo una pausa y me miro los brazos-. ¿Y la gopa?
-Me has traído antes de que pudiera coger algo.
Parecía convencida, así que se marchó. Channel apareció cojeando al encontrarse con Ophélia, además de Michael.
-¿Cómo ha ido?
-Bien, se lo han tragado. ¿Y tú, con tu amigo? -Dijo Channel poniendo comillas entre la palabra amigo y riendo.
-Ah, genial.
A Michael se le puso el rostro blanco. Se encontraría mal.
-Vámonos a la habitación.- Dijo Channel.
-Adiós Michael. -Dijimos las dos a la vez.
-Adiós guapas. -Dijo con el rostro aún pálido.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Capítulo 7: “Jackson, es un secreto.”

El despertador sonó a las 6 de la mañana. Un sol extremadamente bonito, pero molesto, ya que me había despertado, junto al horroroso ruido del despertador, hizo que me despertara de golpe.
-¡Apágalo Channel!
-No te puedes quedar durmiendo. -Dijo mientras lo apagaba.
- Nos hemos acostado a las cuatro.
-Pues… será la única vez. Aquí nos acostamos a las nueve.
-¿Qué dices? ¡Es verano! 
Me levanté perezosamente de la cama y me estiré varias veces.
-Vístete. A las ocho y cuarto tenemos que estar en clase.
No dije nada, simplemente miré el móvil y vi diez llamadas perdidas y tres mensajes nuevos. Vi los mensajes.
De: Jackson.
Tonta, ¿cómo vas? Que no se te haga duro, llámame cuando quieras.
De: Allison.
Alex, cielo. Que estudies y así te vienes antes ¿eh?  Y que estoy saliendo con Alex, te quiero.
De: Adam.
Buenos días fea. ¿Cómo vas?

Todos los mensajes y las llamadas me dieron un montón de ánimo. Siempre es mejor pensar que al volver tendrás a tus amigos y familia para ti. O que te extrañan en este mismo instante. O que alguno de ellos está pensando en mí ahora mismo.
Tenía ganas de hablar con Jackson, ya que él para mí era como un hermano, lo quería muchísimo, pero no como novio ni nada así, sino como hermano, aunque no lo fuera, los dos lo sentíamos así.
Las clases eran iguales que en casa, pero se daban materias diferentes. No eran asignaturas, sino una especie de capítulos de libros. Era siempre el mismo profesor, el señor Norton. Era un señor viejo y calvo, con bigote. 
El primer capítulo: Controla tu poder. Fueron solo dos horas de clase y después fuimos a desayunar. Me senté con Channel y con Michael, los únicos a los que conocía. Michael se pasaba todo el desayuno mirándome, así que estaba incómoda.
-Channel, creo que esta tarde me voy a escapar de aquí. -Dije en voz baja para que sólo nosotros tres nos enteráramos. Parece que no les pareció bien, ya que sus rostros parecieron preocupados por un segundo.
-¿Qué dices? No puedes hacer eso.
-Sí, tienes razón Channel. Aquí no hay seguridad pero es difícil salir sin que te vean. Ophélia siempre está en la puerta. -Dijo Michael. Parecía interesado en que no me marchara, pero no le di importancia.
-Pues entretenedla hoy, por favor.
Me acerqué más a ellos y les mostré mi especial cara de cachorrillo.
-Está bien -dijo Channel-. ¿Pero cómo?
-Eso os lo inventáis vosotros. A las seis estaré lista para salir y vosotros para entretener a Ophélia. Tengo que ver a alguien.
-¿Se puede saber a quién? -Preguntó Michael.- Sólo es curiosidad.
-Un amigo.

A las seis me quedé en las escaleras, escondida mientras que Ophélia estaba en la puerta. Pasaban los minutos y empezaba a preocuparme. Seguro que se habían rajado. Cagados. Sólo les pedí un favor.
Cuando los maldecía por dejarme colgada, ambos aparecieron charlando tranquilamente. Me sentí mal por haberlos infravalorado. Me preguntaba qué harían para distraerla.
Channel se tiró al suelo y empezó a gritar.
-¡Ay, mi tobillo, me duele, creo que me lo he roto!
-¡Ophélia, Channel se ha roto el tobillo! -Dijo Michael mientras echaba un vistazo a las escaleras.
-Oh mon dieu!
La rolliza señora se acercaba corriendo hacia Channel y yo temía que se cayera de un momento a otro. Sus pies no daban para mucha distancia con esa falda de tubo color morado. 
Se va a caer.
-¡Llévala a la enfermería!
Cuando se retiraron bajé las escaleras en silencio para que no me oyeran y me detuve antes de cerrar la puerta. Michael me guiñó un ojo y le sonreí, en muestra de agradecimiento.
Fui a casa de Jackson y toqué a la puerta. Él mismo me abrió y parecía sorprendido.
-¡Fea! ¿Qué haces aquí?
-Me he escapado a hacerte una visita.
-Te pueden expulsar por eso, ¿sabes?
-Sí, algo tenía entendido.
-Aunque es un gran honor que te escapes por mí, no puedo charlar contigo ahora.
-Me he escapado por ti. ¿Me vas a dejar colgada?
-Mi madre está muy enferma, tiene que respirar a través de unas gomas. Debo estar pendiente de ella.
Una idea se me vino a la cabeza.
Jackson era mi mejor amigo, mi hermano y sabía todos mis secretos. Todos menos uno. ¿Qué podía perder contándoselo? Supongo que nada. Aunque no sé qué te harían si la Organización se enterara de que vas contando tu poder. ¿Te cortarían la lengua?
-Jackson, tengo que contarte algo. ¿Me prometes que no vas a decírselo a nadie?
-Te lo juro. ¿Qué pasa? Me estás asustando.
-Es un secreto. No se lo digas a nadie. Tengo poderes. Puedo curar a la gente con sólo tocarla.
-Alexia, ¿qué te han dado en ese colegio? Puedo hablar con tus padres y denunciarlos. Sólo dime qué te han dado.
-No es un colegio, es una asociación para gente como yo, con poderes.
-Venga, sí, claro, pasa y te tomas un vasito de agua, anda....
-¡Jackson que es verdad!
Me cabreó tanto, que lo empujé a un lado de la puerta y entré al salón de su casa. Allí estaba la señora White, blanca y desmejorada desde mi última visita, hace dos semanas. Irradiaba alegría, juventud. Ahora parece un cadáver andante y se me rompe el corazón verla así. Nunca he estado tan segura de algo. La voy a curar.
-Jackson, tápale los ojos a tu madre.
-¿Por qué? 
-No puede ver que soy yo o mis padres me matarán por contártelo.
-Vale, pero no va a funcionar. 
Se aproxima a ella y le tapa los ojos con el dorsal de su jersey. Después le coge la mano con su otra mano restante y le susurra:
-Mamá, te van a curar. No te puedo decir quién ni cómo, pero lo harán.
La Señora White no podía hablar. Sólo se escuchaban sus respiros forzados. Jackson parecía impaciente y se quedó mirándome detenidamente. Me acerqué a ella y posé mis manos en su pecho, como con el abuelo de Holly. Como no funcione, quedaré fatal y no tendré credibilidad nunca más. 
Me acerqué a Jackson y le abrecé.
-Tengo que irme. No le digas quien soy. Te quiero.
Salí corriendo mientras que oía a Jackson llorar y a la señora White dar las gracias al desconocido.
Alexia, la salvadora de vidas.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Capítulo 6: “Un día... completito.”

Paul era el “jefe” de allí. Accedió a la fiesta, a las once.
Subí las escaleras principales junto a Channel, mi compañera de cuarto. Contemplé la habitación al entrar: amplia y espaciosa. Me duché y me lavé los dientes.
-¿Qué te vas a poner?- Le dije mientras revolvía la maleta para examinar algo en condiciones que ponerme.
-Un vestido blanco y estos tacones. ¿Y tú?
-Este vestido estampado de flores y estos tacones verdes.
Nos vestimos juntas y nos maquillamos. Unos minutos antes de las once, la puerta sonó. Channel abrió, era su hermano, Michael.
-Estáis guapísimas.
-Gracia guapo. -Channel se plantó delante de él y le dio un pequeño empujón en el hombro. Él la apartó con delicadeza y vino hacia mí.
-Me refería a ella, pava. - Dijo mientras me besaba la mano.
-Gracias. - Dije entre una pequeña carcajada que sólo observó Channel.
-Vamos, flipado. -Dijo Channel mientras reía y tiraba del brazo de su hermano hasta sacarlo de la habitación.

Bajamos las escaleras hacia el salón. Todo estaba precioso: globos, chucherías, refrescos… pero lo que más me llamó la atención fue una tarta gigante. De unos tres pisos. Chocolate negro, nata y chocolate blanco. Y en el último piso, unas velas con los números uno y cinco.
Tras analizar a la mayoría de las personas, observé a mi padre, que estaba hablando con Paul. Todos se habían quedado mudos al vernos. Era razonable, porque llegué con sudadera, pantalones cortos y unas converses, y ahora llevaba un vestido precioso y unos tacones de vértigo. 
-Bueno, que empiece la fiesta, ¿no?- Dijo Channel mientras me miraba.
Bailamos, comimos y cortamos la tarta. Nos echamos miles de fotos. Las cuatro de la mañana. Hablo con mi padre y como forma de despedida dice: "Todos los días vendré a visitarte." Me despide con un beso y se marcha. Con los tacones en la mano, subimos las escaleras y volvemos a la habitación.
"No tengo sueño. Listo, me conecto a Tuenti y paso el rato", pienso. Hay algunas novedades, una de ellas una petición de amistad. Aprieto el botón derecho y observo el perfil. 
Adam Smith es el título de la página. Al principio no caigo, pero al observar las fotos, me doy cuenta de que es Adam, el chico de esta mañana. Lo acepto y más tarde subo las fotos de la fiesta, y pongo de perfil una que nos echó Channel, en la que Michael y yo reímos juntos.
Una pequeña ventana de conversación de chat aparece en la pantalla.
Adam: Hola guapa :)
Yo: Hola Adam ;)
Adam: ¿Cómo lo llevas?
Yo: La verdad es que lo llevo muy bien. 
He conocido a un montón de gente y…
-No me deja terminar, un nuevo mensaje de Adam aparece en el chat.-
Adam: Ya lo he visto, ese tal Michael. Tu novio, ¿no?
Yo: … me han hecho una fiesta y nos lo hemos pasado genial.
Pues no, sólo lo conozco de un día. Es el hermano de mi compañera de cuarto.
- Una pausa aparece en la conversación.-
¿Celoso? jajajajajajaja
Adam: No estoy celoso. Lo de esta tarde, lo de la mano, ha sido porque me dabas pena.
Yo: Claro, claro. Bueno me voy a dormir que estoy molida. Buenas noches :)
Adam: Adiós Alex. Que duermas bien, guapa.
Yo: ¿Ahora también te doy pena? Jajajaja.
Adam: Ahora no, me ha salido de dentro.
Yo: De dentro dice, jajajajajajaja
Antes de dormir, repaso el día de hoy. Mudanza, conversaciones inesperadas, nuevos conocidos, incluso se diría que algo de coqueteo con Adam. Vamos, un día... completito.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Capítulo 5: “Bienvenida.”

Eran las ocho en punto cuando oí un coche pitar en la calle. Bajé las escaleras con mi maleta roja y me despedí de todos con lágrimas. Papá me acompañó al coche.
-En un rato voy allí contigo, no te preocupes.-Me dio un beso y cerró la puerta.
Miré al retrovisor y vi al conductor, un hombre de unos cincuenta años. Mi móvil sonó dentro de mi bolso color caramelo. 
-1 mensaje nuevo- Adam:
Una pena no poder haberte conocido mejor, eres una chica muy simpática :)
Estaba muy triste, pero me hizo cambiar de perspectiva, ahora estaba un poco mejor. 
-Responder-
Nos veremos pronto, seguro :)
¿Por qué le he contestado eso? Ni yo misma sé cuándo saldré de allí.

El conductor era raro, no hablamos en todo el trayecto. Finalmente, el coche pegó un frenazo,él me abrió la puerta y saqué mis maletas. El señor gordo y calvo, de unos cincuenta años, me miraba perplejo.

-¿Solo traes esta maleta?
Asentí con la cabeza. Genial, había pensado que pasaría aquí unas semanas y ahora me faltaría ropa. ¿Cuánto tiempo me quedaría en este lugar?
 Contemplé mejor las vistas. Una única casa, o mejor dicho mansión, rodeada de...nada. Simplemente había unos descampados, estábamos en las afueras. 
Toqué al timbre mientras contemplaba cómo el conductor se marchaba en el coche sin despedirse; me abrió una señora rolliza con pelo pelirrojo recogido en un moño de unos diez centímetros de altura.
-Bonjour! Comment êtes-vous?
Por suerte, no me había quedado francés, un cinco pelado, pero aprobada. Mi pronunciación era… mejorable.
-Bonjour dame! Très bien. Et vous?
-Oh, sabes francés. ¡Qué bien, pog fin alguien que me entiende! Y bienvenida.
-Bueno, me defiendo bien. ¡Gracias!
-Adelante guapa. -Dijo mientras se retiró hacia la derecha y me dejó pasar.
Allí había muchísima gente. Ancianos, mujeres, hombres, niños, bebés… Una niña rubia, a primera vista de mi edad, se acercó a mí.
-Hola soy Channel. Encantada.- Me dio dos besos y sonrió.
-Hola, soy Alexia, encantada también.- Reí.
-Este es mi hermano, Michael. - Dijo mientras señalaba con el índice de la mano derecha al chico alto que había detrás de ella. El chico era rubio, alto y con los ojos verdes.
-Hola.
-Hola. -Sonreí.
-¿Y tú qué poder tienes?- Dijo Channel.
-Curo a la gente con solo tocarla.
-¡Alaaaaaa! Qué guay. -Dijo ella mientras sonreía.
-¿Y el tuyo?
-Yo solo puedo transportarme cuando y donde quiera.
-Dios, qué guay. Si quieres ir a Nueva York, te cuesta gratis, por la cara.- Dije mientras reíamos. -¿Y tú qué haces aquí?
-Como todos. Controlar mi poder. Aquí no se hace nada en especial.
-Vaya. Hoy es mi cumple y me gustaría celebrarlo, ya que en casa no he podido.
-¡Ophélia! - La señora con acento francés acudió en su llamada.
-Dime cagiño, ¿qué deseas?
-Hoy es el cumpleaños de Alexia. ¿Podríamos celebrarlo?
-Claro, llamagé a Paul e intentagé llevaglo a cabo.

“¿Quién era Paul? Me dije a mi misma.”