domingo, 25 de diciembre de 2011

Capítulo 16: "Me haré mierda por dentro al pensar que no te tengo a mi lado."

El ruido molesto de una máquina que está a mi lado me despierta.
Abro los ojos lentamente, el sol resplandeciente que entra por la ventana no me deja abrirlos de una vez. La ventana está abierta, y una brisa se cuela por la habitación, más como un suspiro que pura brisa.

Me quedo aturdida al contemplar que estoy en una sala desconocida.
Las paredes son blancas, hay una pequeña televisión y estoy tumbada en una cama.
Mierda. Estoy en un hospital.
El gran intento de ver qué me ha ocurrido me incita.

No recuerdo nada.
¿Habré estado en coma?
Me miro los brazos y las piernas. Siguen en su sitio. No creo que me haya atropellado un coche.
La voz de mi madre me impide seguir con mi control.
-Alexia -susurra, como con miedo de poder hacerme daño-. ¿Cómo estás?
-Bien -digo, antes de tragar saliva-. ¿Qué ha pasado?
-¡George! Ven -exclama, con un grito-, la niña se ha despertado.
Mi padre llega a la habitación en dos segundos, sudando y jadeando. 
Me mira expectante, serio. Sus primeras palabras son:
-¿Cómo estás?
-Bien papá, ¿qué ha pasado?
-Ayer hubo una pelea en tu habitación. Adam y Michael se pelearon y tú, para impedirlo te pusiste entre ellos dos. Michael intentó darle un puñetazo a Adam pero como estabas en medio, te dio a ti -me explica, tranquilo. Al ver mi cara, continúa-: Sólo te han roto la nariz, no es grave.
En ese momento llaman a la puerta.
-¿Se puede? -El cabello negro de Adam aparece entre la puerta y el tabique.
-Sí, claro. ¿Qué tal estás, Adam? 
-Bien, señor George.
Mis padres intercambian miradas y salen de la habitación. Adam se acerca y coge una silla; la pone al lado de mi cama y se sienta.
-Esto es para ti. -Saca un ramo gigante de flores y lo coloca en la mesita de al lado.
-Muchísimas gracias -le digo, con una sonrisa. Nos abrazamos.
La máquina empieza a pitar más fuerte y con más repeticiones.
Me pongo nerviosa y por lo tanto, me ruborizo.
Lo que yo llamaba máquina, era lo que medía las pulsaciones del corazón.
-¿Te pones nerviosa? -Pregunta, con una sonrisa.
Niego con la cabeza.
El electrocardiógrafo más rápido.
-Sí.
Sus labios se acercan a mí en menos de un segundo y se sellan en un beso forzoso. Me había gustado que se lanzara, pero odiaba que me obligara a besarlo.
Me separé de él y lo empujé.
Gracias a Dios el electrocardiógrafo volvió a su estado normal.
-¿Qué hicisteis cuándo me desmayé?
No dice ni una palabra.
Se abalanza y me besa de nuevo. Esta vez más suave. El beso me atrapa, pero consigo deshacerme de él.
-Para -le ordeno-. Te juro que grito. Estoy con Michael.
Michael acababa de entrar por la puerta, sin llamar.
Él era de esas personas que expresaba todo con los ojos. Lo conocía poco, pero sus ojos eran transparentes y sabía que si necesitaba cómo estaba, sólo tenía que mirarlos e interpretarlos.
Eran de un color casi marrón y estaban ligeramente entrecerrados.
-Fuera de aquí, cabrón.
Su mirada era muy agresiva. Sabía que en su mente estaba imaginando cómo mataría a Adam con sus propias manos.
Por unos segundos, ambos se quedaron mirándose y fue como si el tiempo se parara. El corazón me dolió al suspirar y el estómago se movía sin parar.
Van a volver a pelearse y no podré separarlos, tienen demasiadas ganas de hacerlo.
Adam se levantó de la silla y se marchó. Mi corazón pareció volver a latir.
-Pensé que me moría -susurra Michael, sentándose en la silla y cogiéndome de la mano.
-¿Por qué?
-Al verte ahí, tumbada, inconsciente. Pensé que no te volvería a ver. 
-Tengo que decirte algo -susurro, antes de tragar saliva-. Al ver lo que ha pasado, me he dado cuenta de que no quiero seguir con esto. Lo siento.
-¿Quieres a ese cabrón? ¿Quieres salir con él? -Puedo notar la irritación en su voz cuando pronuncia las palabras. En cada una de las sílabas suelta la rabia acumulada.
Me suelta la mano. Se levanta de la silla en un rápido movimiento y se ruelve el pelo muy rápido.
-No, no hagas eso -continúa, casi rogando-. Corta conmigo, pero no vuelvas con ese. Me haré mierda por dentro de pensar que no te tengo a mi lado, pero no soportaré verte con otro -afirma, y el corazón me da un vuelvo-, y menos con él. No es un adiós, ¿no?
Niego con la cabeza y él se aproxima a mí y me abraza. Me da un beso en el pelo y otro en el cuello.
Esos abrazos me llenaban de energía.
Se separa de mí y me mira a los ojos. Sus labios sólo rozan los míos y después deja un beso en mi frente. 
Claro que no es un adiós, Michael. No lo es.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Capítulo 15: "Mural de preciosos colores."

Día 18 de abril de 2010:
Diario de Alexia.
Hoy es el día más lluvioso que he visto nunca. Los relámpagos suenan a todas horas. Siento como si fuera a cerrar los ojos de un momento y no fuera a despertar nunca. 
El cuerpo me pesa. El nudo en la garganta no se va.
No había pensado nunca en esto, pero creo que él está a mi lado. Dándome un beso, abrazándome, limpiando las lágrimas que caen en mi almohada.
Me arrepiento de tantas cosas...
No haber estado con él día y noche, no haberle dicho que lo quería, no haberme despedido de él. Pero no sabía que se iría tan rápido.
No tendría que haberse ido tan rápido.
Espero despertar de ésta pesadilla pronto. Muy pronto.
Firmado: Alexia.


Justo cuando cerré mi diario, entró Michael. Lo escondí debajo de la almohada y lo contemplé. Los ojos verdes tenían un brillo especial. Le sonreí, aunque no tenía ganas.


-Hola, Alex. -Se acercó y me dio un beso en la frente.
Se sentó en la cama y me miró.
-Hola.
-¿Qué tal?
-Bien. -Mentía.
La pérdida de mi abuelo me corroía por dentro. Me estaba deshaciendo. Mi sonrisa parecía desaparecer por momentos.
-¿En serio? Tu padre ha hablado conmigo.
-¿Qué?
-Alexia, no hay que esconderlo. Hemos pasado por esto. Estoy aquí para todo. Quiero estar en los buenos momentos, pero también en los malos. Me pides el mundo y te doy el universo. 
Asentí con la cabeza. El nudo ascendía por mi garganta. Una lágrima brotó y las demás no pudieron cesar. Empecé a llorar hasta quedarme seca. Me abalancé encima de él mientras caíamos en la cama.
Me agarró muy fuerte, cargándome las pilas.
-Te necesito aquí, a mi lado.
-Estaré siempre que lo necesites. -Acercó sus labios rosados hacia los míos. Sus labios rozaban  los míos cuando llamaron a la puerta. 
-Ho... Perdón. ¿Interrumpo?
-No, pasa Adam.
El chico moreno atravesó la habitación y se sentó en la cama de Channel en menos de cinco segundos. 
-Sí, sí interrumpe.
-No, no interrumpe. Es mi amigo y puede venir cuando quiera.
-¿Te vas a quedar aquí? -Los ojos de Michael atravesaron a Adam como una espada. 
-¿Te vas a quedar tú? -Respondió Adam.
-Michael, luego hablamos.
Muy a su pesar, Michael se levantó y me besó en los labios. El suave tacto duró unos segundos.
Atravesó la habitación y salió fuera.
Adam y yo estábamos solos.
-¿Cómo estás?
-¿Por qué te preocupas tanto por mí?
Sabía que estaba siendo borde, pero no me gustaba parecer débil. Aunque lo fuera, no me gustaba que nadie se compadeciera de mí.
-Porque te quiero.
-Y yo.
-Creo que no de la misma forma que lo hago yo.
El espacio quedó en absoluto silencio. La respiración de Adam ocupó toda la habitación y se mojó los labios.
-¿De qué forma lo haces tú?
De pronto Adam se había abalanzado sobre mí, besándome.
Hacía mucho que nadie me había besado con tanta ternura, delicadeza y pasión a la vez. Michael abrió la puerta de pronto, con una sonrisa en la boca, que en pocas centésimas de segundo había desaparecido.
-¿Qué haces, gilipollas?
Los ojos eran marrones oscuro, y la boca una simple línea de expresión. El pecho subía y bajaba, a cien por hora.
Corrió hacia Adam y lo agarró del cuello de su chaqueta negra. Adam se vio sorprendido, pero impulsó a Michael para soltarse, mientras éste caía al suelo por la fuerza.
-¡Parad, parad! -Me coloqué entre ellos.
Estaba entre Adam y Michael, que estaba en el suelo.
De pronto, Michael se levantó e intentó golpear a Adam de nuevo. Pude ver el puño dar en mi nariz.
La pared se convirtió en un mural de preciosos colores, y después, oscuridad.

sábado, 1 de octubre de 2011

Capítulo 14: “Un poco de casa en un lugar ajeno.”

Había dormido del tirón, con Bola a mi lado, debajo de la cama. El despertador sonó de nuevo. 
Aunque me dolía reconocerlo, me estaba acostumbrando a levantarme a las seis de la mañana. 
Me levanté y eché de comer a Bola. 
En ese momento, apareció Channel con una sonrisa tonta en la boca.
-¡Ey, buenos días! -dijo, mientras sonreía más de lo corriente.
-¿Por qué sonríes tantísimo?
-Tengo novio.
-¿Quién?
-Jackson.
El nombre cayó en un abismo. El silencio cortó la sala en mil pedazos, y me quedé quieta. 
Jackson. Mi Jackson. El chico que había estado ahí siempre para mí. El hermano, el amigo.
No quería que le hicieran daño.
Pero Channel era una buena chica, ¿por qué le iba a hacer daño?
-¡Qué bien! -Mostré una sonrisa forzada.
Ella asintió, y acarició a Bola. Éste le gruñió.
-Vístete. A y media hay que estar en clase -dijo, algo asustada por Bola.
Asentí, antes de que mi móvil sonara. Mi padre.
-¿Alexia? -preguntó, muy serio.
-Dime.
-El abuelo… -dijo, y la espera se hizo eterna- ha muerto.
El silencio inundó esta vez no la habitación, sino todo el país, el mundo... a mí. La garganta me ardía, deseando que mis lágrimas salieran de una vez. No podía hablar, lloraría. 
Las lágrimas cayeron por mis mejillas, y Bola sollozó y rozó su cabeza junto mis piernas.
-Iré a por ti, para ver a la familia. Y si quieres, ir al entierro.
-Vale.
Colgué.
El vacío que sentía dentro de mí era tan profundo, que necesitaba hacer algo. Entonces, un titular me vino a la cabeza: Romper objetos ayuda a desahogarse.
Mi vista se fijó en un jarrón, y corrí hacia él. Con toda mi fuerza, lo estrellé contra suelo.
No ayudó a sentirme mejor.
Me duché, aseé y me vestí. Me miré en el espejo. Aún tenía los ojos rojos e hinchados, tenía la cara más delgada y ojeras.
Aquella no parecía yo.
Me alejé y me senté en la cama, deseando que todo pasara. Me obligué a levantarme e ir a clase. Todo mejoraría si volvía a la realidad.
Llegué a clase un minuto antes que el profesor Norton; que esta vez se había afeitado el bigote. Ahora sí que parecía una bola de billar. 
Michael se acercó a mí para darme un beso. 
-Déjalo, no estoy de humor. -Le aparté.
Dos horas, sentada en el mismo asiento, sin prestar atención a lo que estaba diciendo el Señor Norton, mirando al infinito.

Por la tarde, sentía un vacío. Mi abuelo me había apoyado en todo, me había hecho reír y me había hecho practicar con mi poder. Recordé su cara al curar la pata de uno de sus pájaros, y sonreí. 
Llamé a mi padre para decirle que no quería ver a nadie, que no era importante y que no quería salir de mi habitación. Me sentí mal por no ir al funeral, pero no quería recordarlo así. 
Me tumbé en la cama, queriendo dormir para olvidar. Pero no lo conseguí, el móvil sonaba constantemente. No quería oír un “Lo siento, estará en un sitio mejor”, porque no lo estaba. No estaba en un sitio mejor. 
En un segundo, una imagen vino a mi cabeza. El rostro de mi madre llorando, con ojeras, estrechando la mano de un desconocido dándole el pésame. El ataúd cerrado, y muchísima gente mirándolo. Me metí debajo de las mantas e intenté olvidar aquella imagen.
No funcionó.
Apagué el móvil, para no echarme a llorar. Esperaba que alguien viniera, pero nada. En mi habitación no había intimidad, y era algo que odiaba. Quería estar sola, pero a la vez quería compañía. Quién va a entenderme.
Nadie apareció en la habitación. Excepto Adam.
-Hola, Álex -dijo sonriendo.
Saqué la cabeza de las mantas y lo miré. Llevaba una amplia sudadero y el pelo mojado. Estaba lloviendo.
-Hola -dije, y volví a meterme debajo.
-Lo siento, me he enterado de lo que ha pasado. -Puso una mano sobre la colcha, sin saber que era mi pie, pero consoló.
Volví a sacar la cabeza, para decirle:
-¿Por qué me pasa a mi?
-Algún día nos pasará a todos -dijo, mientras se encogía de hombros.
-Y lo peor de todo, es que sólo has venido tú.
-¿Lo saben?
Negué con la cabeza.
-¿Entonces cómo quieres que vengan?
-Siempre hay gente aquí. Menos hoy, cuando más lo necesito -respondí, después de un suspiro, que ayudó a quitarme peso de encima.
-No vengo solo.
Iba a preguntarle que qué significaba eso, cuando la puerta se abrió y aparecieron todos mis amigos. Los de casa. Los de siempre.
-¿Se puede saber dónde tienes el móvil? -preguntó Alice.
-Aquí, apagado. -Lo saqué de mi bolsillo.
Jackson asomó su cabeza entre la de los demás. Me lanzó una sonrisa y yo se la devolví. 
No quería que Channel le hiciera daño. Pero tenía que quitarme todas las malas ideas de la cabeza, no me ayudarían en nada.
Jackson miró a todos y sus comisuras se elevaron.
-Una, dos y... -Hizo una pausa y todos se prepararon para a saber qué- tres.
Corrieron hacia mí y se echaron en la colcha, encima de mí. Reímos y se apartaron, sentándose a mi lado.
Di las gracias por tener un poco de casa en un lugar ajeno.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Capítulo 13: “No tengo ganas de irme de aquí. A tu lado se está bien."

Starbucks había estado muy bien. Jackson y Channel habían estado toda la tarde hablando. Y Mich y yo estábamos felices como tontos.

Al día siguiente no me encontraba bien. Nada bien. Estaba enferma. Vómitos, migrañas…etc. 
Paul vino a visitarme y me puso un paño de agua fría en la cabeza, que me calmó muchísimo. 
Cuando terminaron las clases, Mich y Channel vinieron a mi habitación.
-¡Ey! -saludó Channel- ¿Cómo estás?
-De puta madre, ¿no lo ves? –Reí.
Michael se acercó a mí y me saludó.
-Hola fea.
Me intentó besar, pero le sujeté los hombros.
-Ni lo intentes, te pondrías enfermo.
-Me da igual -Me besó y se metió en la cama conmigo.
-No hagáis guarrerías  ¿eh? -Dijo Channel. Reímos. Después, se marchó de la habitación.
El calor que ejercía el cuerpo de Michael me relajó. Me miró a los ojos durante unos instantes, luego a los labios, y por último volvió a los ojos.
-Lo he dejado con Elisabeth -dijo, mientras sonreía.
-¿Quién es Elisabeth?
-La chica rubia de mi habitación.
Asentí. Michael tendría cosas que hacer, pero se quedaba conmigo. Estando enferma y horrible.
-Gracias.
-¿Por qué? -preguntó, con una sonrisa.
-Por quedarte aquí conmigo -le dije, tocándole la nariz con el dedo índice.
-No tengo ganas de irme de aquí. A tu lado se está bien.
Sonreí. Las pastillas se apoderaban de mi cuerpo, así que apoyé mi cabeza en el pecho de Michael y antes de darme cuenta, me dormí.
Cuando desperté, Michael no estaba. Supuse que habíamos estado toda la mañana abrazados, incluyendo cuando estaba dormida, porque estaba abrazada a una almohada, que probablemente Michael habría colocado estratégicamente antes de marcharse, para que no notara su ausencia.
Ahora me sentía mejor, mucho mejor. La cabeza había dejado de palpitar tan fuerte, y tenía cierto apetito.
Me levanté, perezosa. Cada paso se hacía un gran esfuerzo hasta el baño. Me aseé, contemplándome en el espejo y maldiciendo lo horrible que había estado para Michael.
Eso me hizo sonreír, porque me había mirado del mismo modo en el que me miró en la fiesta de mi cumpleaños en la Asociación, cuando iba maquillada.
Un sonido se reprodució en la habitación, y la puerta se abrió.
Mi padre me sonreía.
-¿Cómo estás? -me preguntó.
-Me prometiste que vendrías todos los días y desde la fiesta no te he visto -le reproché, algo disgustada.
-He estado liado, además todos los días no podré venir -argumentó, después de que su sonrisa desapareciera-. Bueno, ¿cómo vas?
-Bien. No se me hace demasiado duro. Además he conocido a una chica, Channel, que es un año menor que yo, y a su hermano, Michael, que es de mi edad. Son muy simpáticos.
-Eso es fantástico -dijo, con una gran sonrisa. Las arrugas de sus ojos se pronunciaron, y me hicieron sonreír.
En ese momento, apareció Michael, con un donut de chocolate.
-Hola -saludó, con los ojos muy abiertos
-Hola. Michael, este es mi padre. Papá, este es Michael.
-Encantado, señor.
Esto hizo sonreír a mi padre. Michael era muy educado, a diferencia de los demás chicos de mi edad, que saludaban a sus padres con un "¿Qué hay, viejo?".
-Igualmente, chaval -dijo aún con una sonrisa mi padre.
-¿Y Channel? -le pregunté a Michael, para cambiar de tema.
-Ahora viene. Toma -dijo, mientras me daba el donut. Sonrió.
Michael, era especial. Sé que todas las chicas dicen lo mismo de su novio, pero yo lo sentía de una forma muy profunda. Lo conocía de unos días, pero me había dado una buena impresión. Y las primeras impresiones son muy importantes para mí.
Su sonrisa totalmente blanca y recta. Sus hoyuelos dejaban ver a un chico dulce y pícaro a la vez. Sólo sonreía con ver sus hoyuelos.
En unos pocos minutos, Channel llegó con una invitada especial.
La chica rubia, la ex de Michael, Elisabeth. 
La larga melena rubia se movía con cada uno de sus pasos. Miró a Michael y le guiñó un ojo.
-¡Ya está aquí el alma de la fiesta! -gritó Channel. Cuando vio a mi padre, se quedó callada- Buenas tardes. Soy Channel. Y ella es Elisabeth, la…
-Mi novia -la interrumpió Michael. 
Me quedé mirándolo con la boca abierta. ¿Ahora iba a besarla delante de mí? Yo sabía que era para disimular delante de mi padre, pero como la besara, se habría terminado.
Mi padre se acercó a mí y me dio un beso.
-Alexia, me voy. Pronto volveré -dijo, volviéndose hacia la puerta. Asentí.
-Papá, ¿te importa traerme a Bola, por favor?
-De acuerdo. Hablaré con Paul para ver si puede vivir aquí contigo.
-Te quiero -le dije, con una sonrisa.
-Y yo.
Elisabeth, Channel, Michael y yo nos quedamos en silencio.
-¿Se puede saber qué dices? -dije, dirigiéndome a Mich.
-Era para que no sospechara, Alexia -Se acercó a mí y me pasó el brazo por encima. Sonrió.
-Hola, soy Alexia, encantada -le dije a Elisabeth, sonriendo, aunque no tenía ganas de hacerlo.
-Yo Elisabeth, encantada también.
En ese momento, recibí una llamada de mi prima, Claire.
-Tengo que cogerlo. Un segundo -Salí de la habitación-. ¡Claire!
-¡Alexia! Ya me ha contado tu padre todo. Joder tía, yo quiero tener poderes…
Reí al escuchar el comentario.
-Te aseguro que no. Es un incordio. ¿Qué tal todo por ahí?
-Aquí es siempre todo igual. ¿Y tú qué?
-Aquí todo es raro -le dije, con añoranza-. Pero todo va bien -dije, entre una risa.
-Eso suena a que has conocido a alguien. Soy tu prima favorita, me lo tendrás que contar. ¿Es algún chico?
-He conocido a chicos y a chicas.
-Infórmame sobre ese chico. Sé que hay un chico por el tono de tu voz. ¿Quién? -gritó. Por un momento, me recordó a una de esas fans que gritan por ver una foto de su ídolo con otra fan.
-Michael. Pero no es nada serio -le dije, antes de que gritara de nuevo.
-Descríbemelo.
-Rubio, alto y con los ojos verdes. Tú me dirás.
Un grito por la otra línea, que hizo que alejara el teléfono de mi oído.
-Perfecto -declaró, antes de una risa profunda-. Tengo que irme. Hablamos otro día, ¿vale? Espero verte muy pronto,
Noté algo de añoranza en sus palabras. Me llevaba genial con ella, y la quería como a nadie. Era una rubita pequeña, con los ojos verdes oscuros. Era sarcástica y muy cariñosa. Hace unos años nos llevábamos fatal, pero ahora la quería mucho. Hacía varias semanas que no la veía, y se haría más pesado ahora que estaba en la Asociación. 
Pensé en que podría tener poderes. Estaríamos todo el tiempo juntas, conocería a gente y se lo pasaría genial.
La iba a echar mucho de menos, como a todos mis amigos y familia de Londres.
-Yo también lo espero. Te quiero -le dije.
-¡Y yo!
Colgó.
Entré a la habitación. Channel estaba en la cama, Michael sentado en una mesa y Elisabeth en el centro, mirando al suelo.
-¿Quién era? -preguntó Channel.
Una sonrisa apareció en mis labios.
-Mi prima Claire.
Se oyó un ruido lejos. Después más cerca, y luego se convirtieron en ladridos. La puerta se abrió, y Paul acompañado de Bola, entró dentro.
Bola saltó y ladró, mientras se acercaba a mí. Me lamió las manos, el rostro, y enredó sus patas en mi pelo.
-Basta, Bola, tranquilízate -le dije, sonriendo. 
Lo sostuve en mis brazos, y se relajó.
-Alexia, puedes tener al perro aquí. Pero cuídalo -dijo Paul, serio-. Nada de que haga aquí sus... cosas. Mantelo limpio y comido, y que respete las horas de sueño. Si no cumple algo de esto, será devuelto a tu casa.
-¡Gracias, Paul! Muchísimas gracias -grité. Lo abracé, y sus brazos permanecieron a los lados de su tronco. Me apartó de él y vi sus ojos oscuros y su nariz aguileña desde abajo.
-Basta.
Sin decir nada más, se marchó.

Capítulo 12: “Arreglado, sólo amigos.”

Acababan de dar las siete, y en ese momento, tocaron la puerta. Tan puntuales como siempre. Entraron y Mich me saludó con un beso, algo que no entendí.
-Puaj -dijo Channel.
-Vámonos, ¿no? -preguntó Mich.
-Pf, venga. Prueba si puedes transportarnos también a nosotras.
-Dadme vuestras manos. Venga, al Instituto Parks. - Cerró los ojos y de repente, estábamos debajo del árbol principal. Justo a los dos segundos llegaron Allison y Alex, cogidos de la mano.
-No os hemos visto llegar.
-Hemos venido por detrás. -Disimuló Mich.
-¿Quiénes son, Alexia? -preguntó Alex.
-Este es Michael, y esta su hermana, Channel, la cita de Jackson.- Reímos todos. Mientras se presentaban, y se daban dos besos, todos los demás llegaron. Menos Adam.
Los presenté a todos, y me di cuenta de que Channel y Jackson intercambiaban muchas bromas. Jackson parecía contento, y si él lo estaba, yo también.
Todos hablábamos animados sobre cómo nos iba en el internado, y a ellos en el instituto.
Adam llegó media hora más tarde.
-¿Por qué has llegado tan tarde? -le pregunté, susurrando mientras los demás hablaban.
-Es que… he ido al supermercado con mi madre. Lo siento -Se mordió una uña, y desvió la vista hacia el cielo. Mentía, y yo lo sabía-. Está mal de los huesos.
La hora de revelar mi secreto se acercaba, y con ella, mis ganas de esconderme bajo tierra. Tenía miedo de que me tomaran por loca, o algo peor, perderlos. Tragué saliva, y cuando quise hablar, mi garganta se contrajo. Inspiré una vez más, y las palabras salieron como agua a presión.
-Tengo que deciros algo. Pero prometedme que no se lo diréis a nadie.
Todos asintieron, y pude ver cómo Jackson me dedicaba una mirada de apoyo. 
-Es coña, ¿no? -Michael parecía nervioso. Se pasó una mano por el pelo y me miró. Sus ojos verdes parecían marrones, y me maldije por no contemplarlos más de cerca- No puedes decirles eso.
-Tengo que hacerlo -le susurré, esperando que me comprendiera. Bajó la cabeza, y sus manos se pararon en el césped recién cortado. Lo arrancó, mientras negaba con la cabeza. 
Yo sabía que era una mala idea, pero la única forma de quitarme un peso de encima era revelar mi secreto. Ellos habían confiado en mí desde hacía cinco años. Habíamos sido amigos, nos habíamos comprendido, nos queríamos. Quería decirles que si necesitaban algo, yo estaría allí para ellos. Mi mayor secreto era ese, así que les dejaría ver que yo era una buena amiga. 
-¿Recordáis el quinto cumpleaños de Holly, cuando su abuelo empezó a toser y no podía respirar? -continué. Todos asintieron, y las palabras siguientes parecieron un trueno en la oscuridad- Yo lo salvé.
El silencio se hizo eterno, y después todos rieron. Michael, Channel y Jackson permanecieron callados, comprendiéndome. Empecé a pensar que debía haberme callado.
-Es cierto -argumentó Michael-. Mi madre estaba vegetal, y ella la salvó.
Las risas cesaron. Todos me miraron. Y me sentí agradecida por Michael una vez más.
-Y ellos, Mich y Channel, tienen el poder de viajar cuándo y dónde quieran.
Holly apretó los labios. Después me miró. Sus ojos se encontraron con los míos. Y los vi llenos de lágrimas. No sabía si me creía, pero pensaba que estaba agradecida por hacerle eso a su abuelo.
-¿Podéis demostrarlo? -preguntó ella.
-No hay nadie enfermo.
-¿Se considera afonía a una enfermedad? -insistió. 
-No lo creo. Ven aquí -le dije. Ella se acercó. Mis manos fueron a su garganta. Las presioné suavemente, y ella no dejó de mirarlas. -Habla.
Cantó un verso de una canción. Su sonrisa se agrandó y me abrazó. Sentí su pecho agitarse.
-Gracias -me susurró-. Por lo de mi abuelo.
-Y nosotros también podemos demostrarlo -interrumpió Michael-. Channel, vete a esa esquina y yo a esta. Y a la de tres regresamos aquí.
Channel asintió. Cada uno se marchó a su esquina y se miraron.
-Uno -gritó Channel- , dos y tres.
Al segundo, estaban de nuevo en la sombra del árbol. Ambos sonrieron, satisfechos.
-Podemos ir a donde queramos. Como si está en la otra punta del mundo.
-Ala -susurró casi para sus adentros Holly-. ¿Y por eso estás en ese internado?
-No es un internado, es un colegio de aprendizaje para ayudarnos a controlar nuestros poderes. Llevo desde los cinco años, y tengo vuestra misma edad -dijo Mich.
-¿Y tu hermana cuántos años tiene? -Jackson preguntó.
-Me lleva diez meses, tengo un año menos que él.
Jackson apretó los labios y asintió.
-¿Podemos ir a Starbucks? He oído mucho ese nombre, pero nunca he tenido la oportunidad de ir -dijo Mich.
-Eso está hecho. Te va a encantar. Mi favorito es el frapuccino de vainilla -empezó Holly, y supe que iba a atormentar a Michael hasta el fin de sus días.
Esa era una de las razones por la que quería a Holly. Podía estar callada durante horas, y en tres minutos contarte todo lo que le había pasado por la cabeza en ese periodo.
Antes de que se fuera Adam, lo cogí de la mano.
-Ahora dime la verdad. ¿Por qué has llegado tarde?
-Por lo que te he dicho.
Lo miré, con los ojos entornados. Los puse en blanco, y él apretó los labios.
-Dime la verdad -le supliqué.
-He conocido a una chica del instituto.
-¿Quién?
-Alice.
-¿La de 1º de Bachillerato?
-Sí -afirmó, preocupado. Cerró los ojos y suspiró-. Lo siento mucho.
Al fin y al cabo, no era la única que había metido la pata en esta relación.
-No te preocupes. De hecho, también he conocido a alguien.
-¿Quién?
-Michael -le dije. Y el hecho de pronunciar su nombre, hizo que lo mirara. Sonreía a Holly, y ella le contaba algo interesante, por su rostro serio.
-Espero que seas feliz, te mereces a alguien especial -incluyó, con una sonrisa.
-Tú también. 
Él me ofreció sus brazos, y lo abracé.
-Amigos, ¿no? -preguntó, guiñándome un ojo. Le asentí y él me soltó. 
Corrimos hasta alcanzar a los demás. Channel estaba al lado de Jackson, y Mich solo un poco atrás, con las manos en los bolsillos. Holly lo había abandonado por Alex. Hablaban animadamente sobre el concierto de Green Day. Me aproximé a Michael y me agarré de su brazo. Pegando pequeños saltos le dije:
-¡Ey!
-Ey. -Sonrió.- ¿Todo arreglado?
Asentí. Y su sonrisa destacó aún más.
-¿Entonces puedo hacer esto?
Mis cejas se juntaron, no entendiendo qué quería decir. Tomó mi rostro entre sus manos, y me besó.
-Supongo que sí -dije, sonriendo.

Capítulo 11: “Personas especiales.”

Las clases transcurrieron como otro día normal excepto que Alejandro, un chico de clase, se ha quemado las manos, y no puede asistir al aula.
Tenía ganas de que llegaran las siete de la tarde para quedar con todos mis amigos. Empezaba a pensar que hoy iba a ser un día especial.
La comida fue trágica. Hubo una pelea de comida, pero por suerte salimos de allí rápido. Nos fuimos a la habitación de Mich.
Era muy bonita, esa mañana no me había fijado porque fui principalmente para pegarle un guantazo. Era muy espaciosa, azul, blanca, con muchos muebles, fotos de él en toda la pared… E incluso había una de una chica muy guapa, rubia.
-¿Quién es?- Dije señalando la foto.
-Mi ex-novia.
-Ah. - Channel se reía- ¿Tienes alguna foto de ti y de tu hermana juntos, lo más reciente posible?
-Sí, guardo algunas de hace unos meses, cuando visitamos Londres un día. ¿Por qué?
-Colecciono fotos de gente que conozco, que me caen bien, que son mis amigos.
Fue hasta su mesita y sacó un álbum de color blanco, con picos dorados. Cuando estuvo cerca de mí pude distinguir unas letras en la pasta.
"Personas especiales."
-Aquí tienes -dijo, sacando con cuidado una de las fotos de las primeras páginas. Después me la dejo en la mano-. Pero no me recortes y la mires todos los días al levantarte, ¿vale?

-¿Qué dices? No flipes, Michael -susurré. Toqué su cara con ambos manos, y él sonrió. Por un momento me arrepentí, pensando que él pensaría que querría algo con él. Los tres sabíamos que éramos solo amigos, pero Mich quería que fuéramos algo más (supongo), cosa que por mi parte, estaba de más.
Aproveché y miré su álbum de “Personas Especiales”.
Él de pequeño, con pañal y un polo de chocolate. Channel a su lado sonriente mientras está sentada en el césped.
Una pareja jóven, sonriendo. Sostienen a un bebé en sus brazos y la mujer está embarazada.
Ella es castaña, con los ojos verdes. Él es rubio, con los ojos marrones.
Me pregunto quiénes serán y por qué son especiales para Michael, pero recuerdo que según la tradición yo tengo que darle una foto mía.
-Aquí tengo una mía de hace al menos dos meses.- Saqué el móvil del bolsillo del pitillo y destapé la carcasa. Saqué la foto de carné. Según mi madre era mi mejor foto, así que cada vez que tenía que utilizar una para cualquier cosa, usaba esa. Tenía como cincuenta copias en casa.

Estaba estudiando para el examen de ciencias para mañana.
Estaba harta. Nunca se me habían dado bien las ciencias, y menos este tipo. Todo estaba relacionado con poderes, y la cabeza me iba a estallar.
Tiré el libro al suelo y giré varias veces el cuello, que crujió.
Decidí ducharme, para relajarme y estar lista para la quedada con mis amigos.
Estaba ansiosa, quería que fueran las siete en ese mismo momento. Me sabía el tema de Ciencias (más o menos).
Salí de la ducha aún con la toalla y me planté delante del espejo para secarme el pelo.
El ruido del secador ayudaba a tapar cómo cantaba. Fatal.
Cantaba alto, imitando con el secador un micrófono. Me examiné en el espejo, creyendo que tenía un pequeño grano en la mejilla.
En la esquina del espejo distinguí algo. Brillante. Me giré en redondo.
La sonrisa de Michael.
Yo estaba en toalla, y sin ropa interior debajo de ella.  
Al girarme, las gotas de mi pelo largo saltaron hasta su camiseta, color negra. Se podía distinguir dónde habían caído. Se pasó las manos por el dorso y me miró, sonriente.
Estaba apoyado en la pared, con los brazos relajados.
Me miró de arriba abajo, sin que su sonrisa desapareciera.
-Me has asustado -declaré, mientras apagaba el secador.
-Guau.
-Sal -ordené, señalando la puerta.
-¿Qué haces? -preguntó, como si no me hubiera escuchado.
-¿Qué crees? 
Señalé la toalla y arrugué la cara, para darle a entender que su obviedad no era demasiado aguda.
Esto era el colmo. Michael entraba en mi cuarto cuando quería, se quedaba allí sin importar si estaba con ropa o no, y me dedicaba su típica sonrisa burlona.
Aunque era sexy.
-Acabo de hablar con mi chica.
-¿Cómo?
-La chica de la foto de mi cuarto.
-¿No era tu ex?
-Era. He hablado con ella y… no sé cómo, pero hemos vuelto. Curioso, ¿verdad?
-No -declaré, y volví a encender el secador.
Me cogió de la cintura y me giró hacia él. Apagó el secador.
-¿Estás celosa?
-Claro que no. ¿Puedes marcharte ya?
-¿Molesto? -Dijo, sentándose en el tocador, con los brazos colgando y sonriendo.
Asentí. 
-Está bien. Me marcho. Pero dame un beso -pidió. Le miré y negué con la cabeza- ¿En la mejilla?
Me acerqué a él y lo besé en la mejilla.
Esperaba que se bajara del tocador, pero no lo hizo.
Se acercó a mí, despacio.
Nuestras narices se tocaron. Nuestras respiraciones se convirtieron en una. Sentí cómo sonreía.
Cerré los ojos, llevada por el momento.
Oí cómo soltaba una carcajada.
Ahora se marcharía y se reiría de mí siempre. Channel estaba equivocada. No le gustaba a Michael. Sólo quería divertirse. Eso era lo que hacían todos. Esperaba que no pasara lo mismo con Adam.
Me aparté, intentando no dejarme más en ridículo.
Contemplé su sonrisa. Entonces sus manos viajaron hasta mis mejillas y me acercó a él.
Me besó suavemente.
Sentía que el corazón me iba a estallar.
"Besa mejor que Adam", pensé. Al darme cuenta de lo que estaba haciendo, me separé de él.
Él parecía sorprendido, aunque alegre.
-Vaya, ¿no beso tan bien como tu amigo? -preguntó- Puedo probar de nuevo si quieres.
Agarró la toalla y me atrajo a él. Volvió a besarme, más lento que antes.
En ese momento, entró Channel.
 -Oh. No tenía por qué ver esto -declaró, tapándose los ojos-. ¿Se puede saber qué hacéis? Menuda pregunta más obvia.
Mi cabeza echaba humo, el corazón iba a salirse de mi pecho y el estómago me ardía.
Había quedado con mis amigos en menos de una hora. 
Había quedado con mi novio, rollo, o lo que fuera, Adam.
Me acababa de besar dos veces con el hermano de mi compañera de habitación.
Joder.
-Esto no ha pasado ¿vale? -dije, y miré a Michael. Aún estaba sonriendo, cosa que no entendía. Seguramente había conseguido otro rollo. Algo que me hizo daño. Nunca seríamos amigos.- Dentro de una hora aquí.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capítulo 10: “Alex, tú le gustas.”

La cena fue normal, silenciosa. Nos fuimos a la habitación. Estaba preocupada. 
Exactamente no sabía por qué. Estaba nerviosa por quedar con mis amigos, pero creo que lo que verdaderamente me preocupaba era Michael. Y su comportamiento.
-Channel -digo, y ella me mira con una sonrisa-, ¿tu hermano no se comporta… raro?
-¿Raro?
-No sé. Lo noto extraño.
Hace un breve silencio mientras dobla una de las camisas limpias y la guarda en el armario.
-No sé. Será... porque le gustas.
Se gira para ver mi expresión. Y me gustaría verla hasta a mí misma.
-¿Qué? Es mono... pero yo estoy con Adam. Mañana hablaré con él.
Ella sonrió, a saber por qué y dijo algo bajo que no pude descifrar. 
Se metió en su cama, y yo en la mía aunque no pude dormir demasiado con el lío en mi cabeza.
"A Michael le gustas", me decía una y otra vez.
¿Era coña? A mí me gustaba Adam, aunque Mich era mono y tal. No quería defraudar a ninguno. Quedaría de amiga con Mich, y pareja de Adam.

El despertador sonó a las 7:30. Por lo menos, hoy no estaba tan cansada.
Me levanté, bajé las escaleras y busqué la habitación de Michael.
-¿Podemos hablar?- Le dije cuando abrió la puerta.
-¿A las siete de la mañana?
Estaba muy mono recién levantado. Llevaba unos pantalones de cuadros como los míos, y y una camiseta de manga larga roja, a juego con el pijama. A diferencia de la mía, que era olímpica de color gris. Le empujé y pasé dentro. 
-Pasa ¿eh? -Dijo sarcástico con una sonrisa tonta en la boca. Sus dientes como perlas brillaban.
-¿Por qué te comportas así conmigo?
-¿Así? ¿Así cómo?
-No sé. ¿Acaso te gusto? -Le dije, y se tocó el pelo varias veces.
-No. ¿Por qué ibas a gustarme tú?
En cierto modo me dolió ese "tú". ¿Acaso quería decir que era demasiado para él?
-Pues vale. 
Cuando salí a la puerta, giré el pomo y al intentar bajar una de las escaleras unas manos fuertes y grandes se enredaron en mis caderas y me atrajeron al dueño.
Michael.
-¿Qué, qué...? -Pregunté, pero las palabras restantes quedaron en el viento, a espera de ser oídas.
Los labios de Michael me habían silenciado.
Sabían a azúcar, como la de los donuts recién horneados.
Al separarnos, mis ojos quedaron cerrados y mi boca, abierta, durante un instante. Cuando por fin pude concentrarme, él me miró satisfecho, con una sonrisa burlona y apoyado en el marco de la puerta.
No iba a dejar esto así. ¿Qué se pensaba que era? ¿Una cualquiera que besa a todos los chicos?
Mi mano estalló en su mejilla, y él me miró asombrado.
Bajé los escalones y sentí su mirada en mí. Por cada centrímetro de mi cuerpo. Explorándome.
-Me encanta esta chica.- Dijo en susurro. Aunque lo oí.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Capítulo 9: “Escapada al instituto Parks."

Hacía mucho que no hablaba con mis amigos, así que decidí hacer una vídeo-llamada en tinychat con todos. Me conecté y les mandé un sms.
Para: Holly, Jackson, Amelie, Alex, Allison, Alice, Gabe, Adam- A las 22:03
Tinychat.
En unos pocos minutos se conectaron todos.
-¡Qué guapos estáis todos!
- Habló la más indicada para hablar de guapos- Dijo Holly.
Channel estaba por atrás colocando el cuarto. Allison y Alex estaban en la casa de Allison,juntos.
-¿Qué tal parejita?- Dije refiriéndome a ellos.
-No nos podemos quejar, ¿verdad?- Dijo Allison sonriente.
-¿Y esa quién es?- Dijo Jackson mientras se peinaba con un peine- refiriéndose a Channel.- Estoy soltero.- Guiñó un ojo. Todos empezamos a reír, menos Channel que enseguida cogió una silla y se colocó a mi lado.
-¿De qué te ríes?- Preguntó Channel.
-Nada, que a un amigo mío le gustas.- Señalé a Jackson.
-Ah, pues es muy mono.
-Anda pringados, siempre riéndoos de mí y mirad.- Dijo Jackson.- ¿Quieres ir por ahí a tomar algo?
-No puedo, no podemos salir de la or…
Justo a tiempo, le tapé la boca.
-De la… or… or.. – Mierda, no se me ocurría nada.- Tía, ¿qué dices?- Le guiñé un ojo cuidadosamente.- ¡Si esto es un colegio interno!
-Ah… Es verdad. Es que siempre me confundo. No puedo salir del internado.
-O sí.- Dije con una sonrisa pícara.- A ver chicos, mañana a las 7 en el Instituto Parks, ¿vale?
Todos asintieron.
-Nos vamos, tenemos que cenar.- Dije. En ese momento apareció Michael.
-Ey.
-Mich, ¿te vienes mañana por ahí? -Preguntó Channel. 
-No podemos salir.
-Nos escapamos.
-Ni de coña.
-Aburrido.
-Estáis chaladas...
1 mensaje nuevo: De: Adam: Recibido a las: 22:30:
¿Quién es ese petardo?
No tuve ganas de responder.



Mientras bajábamos las escaleras empezamos una conversación.
-Mich, ¿cuál era tu poder?
-Igual que el de mi hermana.
Si no recordaba mal, el de Channel era transportarse dónde y cuándo quisiera.
-Bien, ¿y si tocas cosas también se transportan?
-No sé, nunca lo he probado.
-Mañana lo probaremos, a lo mejor podemos transportarnos al Instituto Parks.