lunes, 21 de enero de 2013

Capítulo 22: "Buen despertar"

El despertador suena, a las siete y media.
Me incorporo rápidamente entre las sábanas y no siento ni una pizca de sueño.
Definitivamente me estoy acostumbrando a esto.
Me siento en el borde de la cama, mirando al suelo unos minutos, embobada. Hasta que oigo una voz detrás de mí.
-¡Buenos días!
Antes de poder darme la vuelta para saber quién es, se sube a mi cama y salta, eufórica.
Channel.
Sigo de mal humor. O deprimida. O triste. O confundida. Así que no tengo ganas de hablar con ella.
¿Cómo podría traicionarme Channel?
-Hola.
Me levanto y voy al cuarto de baño, dando un portazo al entrar.
Me coloco frente al espejo, observándome durante unos segundos. Ya no tengo ojeras, pero mis ojos parecen gritar: "Fuera de mi camino o te mato".
Cojo el cepillo de dientes, coloco la pasta sobre él y me empiezo a lavar los dientes.
Mi pelo está hecho un desastre. Me hago una coleta alta y termino de lavarme los dientes.
Salgo del baño y Channel me mira desde su cama.
Me pongo unos vaqueros muy rotos, mis converses blancas y una camiseta con la huella, signo de Ed Sheeran. Cojo mi mochila y me quedo en la puerta unos segundos.
-Bueno -empiezo, porque no sé exactamente qué decir-. Me voy abajo, no quiero estar aquí encerrada.
-Ah, ¿no me esperas?
Se levanta de la cama y me sonríe.
-No, quiero estar sola.
Salgo de la habitación, sin esperar respuesta y dejando la puerta abierta.
Me guío por mis pies, sin pensar mucho.
Bajo al recibidor, abro la puerta principal y me siento en los escalones.
"¿Pensarán que me voy a fugar?" Pero Ophélia no está por aquí, así que me quedo allí unos segundos, mirando cómo una hormiga transporta una miga de pan.
El frío me entra en los huesos y me abrazo. Es temprano y llevo una camiseta de nada.
Me froto los brazos, decidida a calentarme.
-Hola -dice una voz ronca y grave.
Me giro. Vaqueros caídos, jersey y deportivas. Sus ojos me miran, expectantes.
Michael.
-Hola.
Ni me inmuto. Vuelvo a mirar a los escalones y sigo pensando en cómo Channel podría traicionarme.
-¿Sigues enfadada? -pregunta, mientras se sienta un escalón por encima de mí.
-¿Ahora te importo?
-Siempre lo has hecho.
Trago saliva. Siento un puñetazo en el estómago.
-Deja de hacer eso.
-¿Hacer el qué? -pregunta. Su voz llena de confusión.
-Planear una frase bonita con la que arreglar todo. Deja de hacerlo.
-No planeo nada. Es lo que siento, Alexia.
No respondo. No sé si porque estoy enfadada, helada o porque si continúo con esta conversación le besaré.
Coloco las manos entre mis piernas, tiritando. Veo cómo Michael se sube el jersey y no puedo reprimir una carcajada.
-No me digas que te lo vas a quitar y me la vas a dejar.
-No -dice, y mi risa cesa-. Yo también tengo frío.
Termina de subírselo y me mete la cabeza y tronco en ella. Apoyo mi cabeza en su cuello y sonrío.
Suelta una carcajada y le miro.
-¿De qué te ríes? -Pregunto, esperando cualquier cosa de él.
-Me debes un jersey, este se ha estirado.
Sonrío y vuelvo la mirada al frente. Ya no siento frío, no sé si por el jersey o por Michael.
Me dejo caer en su pecho, cubierto por una camiseta de manga corta. Huele a menta. Pone sus brazos sobre los míos, cerca de mis caderas.
-Espera -dice, y por un momento pienso que me va a sacar de ahí y se va a ir corriendo. Pero no, sólo se apoya contra la pared, para estar más cómodos-. Mejor.
Noto cómo se acerca a mi pelo, aspirando el olor, besándome detrás de la oreja.
Me castigo por no haberme lavado el pelo.
-¿Estás bien? -me susurra al oído, y me obligo a suspirar.
No respondo, sólo asiento. "Ahora sí", pienso.
El sueño me invade y me quedo dormida.
Cuando despierto, lo primero que hago es buscar su brazo derecho dentro del suéter, encima de mis caderas, para mirar su reloj. Las ocho y cuarto.
Después lo miro a él, aún dormido. Me quedo mirándolo unos segundos, pensando en si podría besarle sin que se despertara.
Su cabeza descansa en mi cuello, soltándome su respiración y haciéndome cosquillas.
Me acerco a sus labios. Los míos y los de él se separan de unos escasos milímetros.
-Michael -le susurro, y el parece darse cuenta. Antes de que abra los ojos, me aparto-. Llegamos tarde.
Abre los ojos, poco a poco. Me mira y sonríe.
-Qué buen despertar -susurra, guiñándome el ojo.
Salgo del jersey y lo agarro de la mano, levantándolo y corriendo hacia clase. Llegamos a las ocho y veinte.
El señor Norton nos mira desde su mesa. Los alumnos sacan sus libros. Sólo llegamos tarde por un minuto.
-¿Por qué llegáis tarde? -pregunta, pero no hay ninguna explicación.
Ambos nos callamos, y nos indica que nos sentemos. No quiero ni pensar en lo que cree que hemos estado haciendo.
Las horas pasan lentamente, como si el reloj luchara para atrasar el tiempo.
Channel me pasa una notita.
"¿Te pasa algo conmigo?"
Contesto. "A mí nada, ¿a ti?"
La recibo de nuevo. "A mí nada". La miro y le sonrío.
En cuanto el timbre suena, me levanto y salgo disparada hacia la biblioteca. Ando hasta el sitio donde me senté ayer, y Bella está ahí, sonriendo mientras lee.
Me siento en mi sillón y la saludo.
-¡Ey!
Me saluda con la mano y sigue leyendo.
-¿Por qué no has ido a clase?
-Simplemente... no tenía ganas de ir.
Me río y me enseña su libro.
-No sé cómo puedes decir que es malo. Me está encantando.
Imito que vomito y ella ríe.
-¿Por qué eres tan repelente?
La puerta se abre y ambas miramos. Michael entra y directamente mira en mi dirección, me encuentra y me guiña el ojo.
Bella me despierta dándome un puñetazo.
-¿Qué me he perdido?
Le cuento lo de las cosquillas, el juego del jersey... etc. Omito el beso detrás de la oreja.
-No sé qué hacer -declaro, mordiéndome una uña.
-Carpe Diem.
Pienso en los labios de Michael, en los ojos verdes y en el rizo de su pelo rubio.
Después pienso en Adam, en los ojos azules y sus labios finos.
-¿Acaso te gustan los dos?
Me callo. Y ella suspira, después ríe.
-Menudo lío -dice, y sonríe-. Team Michael.
La miro y sonrío, aunque no la entiendo.
-¡Como en Crepúsculo! Yo soy Team Michael -continúa, eufórica.
-Yo ya había tomado mi decisión, no me había quedado con ninguno.