martes, 22 de octubre de 2013

Capítulo 48: "El hogar es donde está tu corazón."

He hecho la colada, he arreglado mi armario, me he duchado, vestido y aseado. Creo que es el día en el que más cosas he hecho.
Salgo del baño por quinta vez y veo que Channel abre un ojo y con una voz ronca, dice:
-¿Qué hora es?
No sé por qué, pero no veo que seamos de la misma edad. Ella parece una niña, inmadura y dulce a la vez. No es que yo sea Miss Responsable, pero me considero más madura que ella.
-Son las siete y media, Channel.
Y unos segundos más tardes, suena el despertador. Lo apaga y se sienta en la cama con la mirada perdida.
-No me voy a duchar. No tengo ganas. ¿Eso es de guarras?
Río y me siento en mi cama.
-No. Ha venido Michael, ¿lo has visto?
-Sí. Ha venido sobre las nueve a mi cuarto. Decía que te habías quedado dormida y que ya se iba a casa.
Sonrío y me tumbo en la cama. Vuelvo la cabeza para mirarla y mira al suelo.
-Es raro -continúa diciendo-. Le llama casa a un lugar en que lleva un día. Su casa es la Asociación.
-Tu casa es donde resides. Tu hogar es donde está tu corazón y tus seres queridos. Mi casa es la Asociación, pero mi hogar es el 27 de Amy Road.
-No tengo hogar.
Levanta la mirada y me mira con los ojos vacíos.
-¡Claro que tienes! Tu hogar es este.
-¿A quién tengo aquí? ¿A Paul? ¿Qué tengo que hablar con ese señor? Mi única familia era Ophélia y Michael. Y mira ahora.
-Lo de Ophélia no se puede remediar. Lo de Michael no es un problema. Te verá siempre, y cuando salgas de aquí irás a vivir con él. Sólo te quedan tres años.
-Qué poco, ¿verdad? -Dice irónicamente.
Sé que no razonará, igual que Michael, es una cabezona. Me levanto de la cama, cojo un cuaderno y boli y me quedo en la puerta.
-Intento ayudarte. Pero no aceptas consejos. Te veo abajo.
Cierro la puerta y puedo sentir la mirada vacía de Channel mirándome en cada uno de mis pasos.
Abajo está Adam, así que, me acerco y le sonrío.
-Ya sé qué voy a pedir.
-¿Qué?
-Eres mi amigo, ¿no? Te voy a pedir un deseo.
Veo cómo sonríe tristemente al decir amigo y recuerdo lo que siente por mí.
-Está bien. ¿Qué deseo quieres?
-¿No hay barreras, ni peros?
-No. Cumplo cualquier deseo, aunque no lo controlo aún. ¿Cuál es?
-Te lo diré al salir de clase. Te veo en el jardín.
Las horas pasan lentamente, y deseo con más ansias que llegue la hora de salir. Doy golpes con el lápiz en la mesa durante dos minutos.
-Alexia, ¿quiere tocar el tambor fuera de clase?
Dejo el lápiz en la mesa y levanto los brazos para darle a entender que lo siento. El Señor Norton se vuelve a dar la vuelta y sigue explicando algo que no me interesa. Poderes relacionados con la naturaleza. ¿A quién le interesa eso?
La campana suena y salgo corriendo hacia el jardín. Adam no llega hasta pasados los diez minutos.
-¿Se puede saber qué estabas haciendo? Te llevo esperando diez minutos.
-Laura me ha entretenido.
E increíblemente, no siento celos.
-Vamos allá -continúa-. Piensa el deseo.
Proyecto su imagen y pienso.
Quiero volver a verle.
Adam se sienta en el banco y cierra los ojos fuertemente. Ante mis ojos se juntan millones de partículas, formando su imagen.
Sonrío y corro hacia él.
-¡Abuelo! -Grito.- ¡Abuelo, soy yo!
No se inmuta, y cuando me acerco a tocarle, mi mano lo traspasa y las partículas que lo componen se rompen, creando un hueco en su estómago que me rompe por dentro. Siento el ardor en las mejillas y sé que estoy llorando.
Menuda mierda de deseo. ¿No podía haber pedido ser millonaria?

sábado, 19 de octubre de 2013

Capítulo 47: "Cosa de locos."

Oigo cómo se levanta de la cama y camina hacia el baño.
Me tumbo boca abajo y ordeno mis pensamientos. Me he acostado con Michael. No hay nada malo en eso, ¿no?
Siento unos labios en la línea de mi columna vertebral y sonrío. Me doy la vuelta y lo beso dulcemente. Michael sonríe y se tumba a mi lado. Bajo la cabeza y descubro que se ha puesto otros boxers. Gracias a Dios, sino todo sería muy incómodo. 
Me doy la vuelta para mirarlo y en el movimiento de mis pechos sé que aún estoy completamente desnuda. Es estúpido, pero me da vergüenza vestirme con él delante. Me da vergüenza que me vea desnuda porque sí. Soy estúpida.
-¿Por qué sonríes? -Pregunto mientras le sonrío.
-Por ti.
Veo cómo vuelve a sonreír y no comprendo por qué sonríe por mí.
-¿Cómo que por mí? ¿Por qué?
-Eres astuta y extrovertida con ropa. Así pareces indefensa y tímida.
Sonrío de nuevo. Quizás porque lleva razón. O porque me comporto tan tímidamente que no sé qué decir. No le daré el placer de sentirse mejor y más extrovertido, así que me levanto desnuda y ando hasta la silla, donde se encuentra mi ropa. 
Por el rabillo del ojo veo cómo no deja de mirarme, y la timidez vuelve a mí.
-¿Puedes mirar para otro lado?
Oigo cómo suelta una carcajada y me visto.
Anda hacia la puerta y quita el pestillo. Menos mal que no ha venido Fabio, habría sido tan embarazoso. 
Embarazoso. Caigo en que no sé si ha utilizado protección y que podría estar embarazada. Y sin más vueltas, le pregunto.
-¿Puedes quedarte embarazada en la primera vez?
-Sí. -Responde sin más.
Me llevo las manos al vientre y me aterrorizo.
-Pero no si has utilizado protección -continúa. Me giro y levanto una ceja, sin entender nada-. ¿En serio no te has dado cuenta de que llevaba...?
Me llevo las manos a la cara y suelto una carcajada. Ahora mismo me encantaría viajar en el tiempo y no haber hecho ese comentario. Me aparto las manos y veo que él también está riéndose, y espero que no de mí.
-¿Te quedas a dormir? -Pregunto mientras me acerco a la cama y me siento en el borde con los pies encima de ella.
-No.
Retira las sábanas y sale a la superficie. Sus manos se acercan a mis caderas y me acercan a su pecho. Mi espalda contra su pecho. Me retira el pelo y empieza a besar mi cuello.
Por unos segundos me alegro de haber hecho todo esto, porque Michael está mucho más cariñoso.
-¿Me echarás de menos esta noche?
Noto cómo sonríe mientras besa mi cuello.
-No te creas. Tengo a Fabio para hacerme compañía. Por si quiero compañía, caricias, besos... o más.
Se aleja y me mira perplejo.
-¡Es broma! -Exclamo y le sonrío. 
Él también sonríe y me dice que va a por algo de comer. Sale de la habitación y me tumbo en la cama.

Despierto cuando no puedo dormir más, y veo el reloj. Son las cuatro de la mañana. Enciendo la lámpara de la mesita de noche y veo que Fabio está en la otra cama y duerme como un tronco. También observo un plato de donuts de azúcar y recuerdo el día en que estaba enferma y Michael me trajo uno. 
También veo una nota amarilla y un mensaje en boli negro.
Estabas guapísima durmiendo, así que no te he despertado. Te he traído donuts para cuando te levantes. Espero verte mañana. 
Te quiero, Michael.
Sonrío y doy un mordisco a uno de los donuts. Salgo de la cama y sé que no me volveré a dormir, así que tengo que hacer algo. No sé el qué, así que doy vueltas mientras pienso qué hacer. ¿Qué tal hacer la colada?
Recojo la ropa llena de sangre y recorro el pasillo en silencio hasta la última puerta.
Mientras espero a que se haga la colada sentada en un banco, pienso en Jackson irremediablemente. Él sería a la primera persona a la que se lo contaría. Espero que no se olvide de mí, porque yo nunca lo haré.
Una mano me toca el hombro y chillo asustada.
-¡Mierda, me has asustado!
Sonríe y se sienta a mi lado en el banco.
-Lo siento. ¿No puedes dormir?
-No. He dormido mucho y ahora no puedo. ¿Qué hay de ti?
-Tampoco. 
Parece aturdido y a la vez asustado. Sus ojos azules parecen más claros que nunca y me temo lo peor.
-¿Pasa algo?
-No, nada. No te preocupes. -Y esboza una sonrisa.
-Hay una cosa que no entiendo. ¿Cómo te han dejado trabajar aquí?
-No lo entenderías.
-Inténtalo.
-Tengo poderes. Como tú, como todos aquí.
-¿Poderes, tú? ¿Qué poder tienes?
-Cumplo deseos. Es ridículo.
Veo cómo mira hacia abajo y sonrío. 
Parece que alguien se mofa de mí y hace que cada cosa parezca lo contrario. ¿Quién iba a decir que Adam tenía poderes? Es de locos.
-Es un poder genial. -Digo mientras le sonrío.
-Alexia y Adam, ¿se puede saber qué hacéis a estas horas aquí?
La voz es de Paul, que nos examina desde la puerta.
-Alexia, debo hablar contigo. ¿Puedes acompañarme?
Me levanto y cojo la colada. Adam me sonríe y salgo de la habitación algo asustada. Tengo miedo de que esté pasando algo y no sepa nada, así que no inicio ninguna conversación en el camino a su despacho. De camino, dejo la ropa en mi cuarto y cuando llegamos a su despacho, se sienta en el gran sillón y me dice que tome asiento.
-¿Sobre qué quiere hablar?
-Suspendiste el examen. 
-Sí. Lo haré mejor la próxima vez.
-Alexia, si suspendes un examen más tendrás que repetir curso.
-¿Repetir curso? ¿Aquí?
-Otro año más en la Asociación.
El estómago me da un vuelco y entiendo que debo ponerme las pilas sí o sí. Cuando abro la boca para hablar, la voz de una chica resuena en mi cabeza. 
"Sólo dile que estudiarás. Es muy pesado y te tendrá ahí hasta las cinco de la tarde. Sonríe y dile que estudiarás."
Creo que estoy loca y me aterrorizo. Después, caigo en que conozco esa dulce voz. Es Bella.
Le hago caso, sonrío y digo con la voz más dulce que tengo:
-Estudiaré. Lo prometo.
"Buena chica. Me marcho. Nos vemos en cuatro horas."

domingo, 6 de octubre de 2013

Capítulo 46: "¿Qué tal si la llevamos a cabo hoy?"

Doy paseos por la habitación histérica. Primero me siento en la cama, después me pongo a andar, más tarde me siento en la silla del ordenador y por último vuelvo a la cama.
Cansada y nerviosa, empiezo a morderme las uñas, hasta que sangran. Chupo el dedo y siento el escozor.
Me concentro en cada una de las uñas, quitándoles la sangre y jurando que no volveré a morderlas.
-No deberías morderte las uñas.
Alzo la vista, asustada y me encuentro con Michael y sus terribles ojos sonriéndome, más que sus dientes.
-Es un vicio muy feo -continúa-. ¿Dónde has visto a una médica con las uñas llenas de sangre? Recuerda que eres una salvadora de vidas.
-¡Me tenías asustada! ¿Se puede saber qué ha pasado?
-He descubierto que si no cierras los ojos no vas a ningún lugar. ¿Curioso, verdad?
-No. Me has asustado.
-¿Cuánto has durado? Tres minutos, ¿verdad?
-Verdaderamente, creo que no he durado ni diez segundos.
La carcajada de Michael resuena en la habitación y hace que yo también sonría. Se acerca a la cama y me coge de las muñecas. Examina serio mis uñas y después mis vaqueros. Por último, habla:
-Iré a por alcohol.
-¿Vas a beber ahora?
Otra carcajada más y se levanta de la cama, hacia el baño.
-¿Lo escondes en el baño?
-¡Es para curar heridas, Alexia!
Otra carcajada más. Vuelve a la habitación con algo de algodón y alcohol.
-Déjame que la vea.
Me subo los pantalones y contemplo cómo sonríe.
-¿Qué pasa? -Digo sin comprender nada.
-¿Y si pruebas quitándotelos?
Aquí viene el momento de vergüenza máxima y mejillas rojas. Accedo y desabrocho el botón y bajo la cremallera. Los pantalones bajan hasta mis tobillos y subo las piernas encima de las de Michael.
Él sonríe complacido. Me estiro la camiseta hasta taparme la ropa interior y cojo un cojín para acomodarme. Moja un trozo de algodón en el alcohol y da toques con él en la herida. Me lanzo hacia el cojín y me lo llevo a la cara y grito todo lo que puedo. Escuece, mucho.
-Eres bastante floja -suelta y ríe.
Sigo gritando, y oigo cómo ríe.
-¡Dejémoslo en sensible! -Grito aún con el cojín.
-Ya está, ya está.
Me retiro el cojín y me dirijo al suelo para recoger los pantalones.
-Ah no, aún no he terminado -dice, y vuelve a dar toques en la herida.
Me pongo vizca y abro mucho la boca. Me imagino mi cara y comprenderé que Michael no me quiera jamás, pero cuando vuelvo a ver a un único Michael, sonríe y sigue con su trabajo.
-Ya está -repite.
Hago la misma acción, intento recoger mis pantalones sin ningún resultado. Michael los sostiene en la mano y muestra una sonrisa pícara.
-Será mejor que lave esto, está lleno de sangre, ¿no crees?
-Da igual, ya los lavaré yo.
Me acerco a él y los sube sobre su cabeza. Gracias a su altura, no puedo recuperarlos. Pero tengo mi estrategia, por supuesto. Meto mis manos dentro de su camiseta y rodeo su cintura. Lo beso y lo atraigo a mí. Con el paso de los segundos, va bajando los brazos y con ellos, los vaqueros. Los agarro y me alejo de él. Juraría que ha sido nuestro beso más largo.
-Con el deseo no se juega. Primera regla del calentón.
Río, sin poder contenerme.
-No dejes en ropa interior a nadie si ella no quiere. Primera regla de ser educado.
-Es cierto. Si eres educado, preguntas. ¿Quiere usted quedarse sin ropa?
-Hoy no, señor .... No me sé ni tu apellido.
-Tyler -comenta divertido.
-Hoy no, señor Tyler. Quizás mañana. ¡Pero gracias por la invitación, es usted tan amable! -continúo.
-Pero hoy hace un día maravilloso para quedarse sin ropa, ¿no cree?
Se acerca a mí y siento su respiración en mis labios.
-Cualquier día con usted es perfecto para tal propuesta.
¿De veras he dicho eso?
Se acerca a la puerta y echa el pestillo.
-Entonces, ¿qué le parece si la llevamos a cabo hoy?
Se quita la camiseta y me la tiende sobre el hombro.
Y ahora no sé qué hacer. Los abdominales me dicen: vamos a ello. Mi cabeza: otro día.
Cuando me doy cuenta, Michael sostiene mi sostén en sus manos.