domingo, 24 de febrero de 2013

Capítulo 29: "No sabes que eres preciosa."

¿Conocernos?
No sé qué está planeando Michael, pero lo sigo por las escaleras en silencio.
Soy una chica tímida hasta que cojo confianza y no paro de hablar, pero me encanta el silencio. Me encanta cuando iba a la playa y escuchaba el sonido de mi mano al tocar el agua.
Odiaba la playa, pero ahora me gustaría visitarla.
No sé, supongo que ahora echo de menos lo que antes echaba de más.
-Vamos a mi cuarto, ¿te parece bien? -Asiento y siento cómo me agarra más fuerte la mano. Llegamos a su cuarto, abre la puerta y pasa -. ¿No piensas pasar?
-Es un poco raro, vine aquí para pegarte un puñetazo, ¿sabes?
-Bueno -dice, muy serio-, espero que eso no vuelva a pasar hoy.
Muestra una sonrisa y yo paso y me siento en su cama. Él se sienta en la silla del escritorio y saca una libreta y dos bolis. Arranca una hoja y me tira la libreta y un bolígrafo.
-¿Sigues solo en la habitación? -pregunto.
-Sí. Supongo que mi nuevo compañero vendrá pronto. ¿Tu color favorito?
-Bueno, me gusta el azul, rojo, naranja...
-Alexia -me interrumpe y se ríe-, sólo uno.
Verdaderamente no lo pienso, digo el primero que se me pasa por la cabeza.
-Azul. ¿El tuyo?
-Verde. ¿Comida favorita?
No me puede estar haciendo esto. La comida es mi cosa favorita en el mundo y no puedo elegir una, sería traicionar a las demás.
-No puedo elegir. Me gusta todo.
-Di una -dice, mientras sujeta el boli.
-Michael, esto me parece forzado -digo, y él me mira expectante, sabiendo que voy a decir algo que quizás no le guste-. ¿Por qué no nos conocemos día a día y no estudiando?
Él mira al suelo, dándome la razón. Me acerco a él, me siento en sus piernas y mis manos se posan en su nuca.
-Pizza -susurro, antes de darle un beso.
Cuando me aparto, aún tiene los ojos cerrados y me río. Sus manos viajan hasta mi espalda baja y se quedan allí.
-Sushi.
Me acerco a la mesa y rompo la hoja en la que ha estado escribiendo que mi color favorito es el azul y donde el apartado "comida" ha quedado en blanco.
El hoyuelo que se le forma en la mejilla izquierda me hace sonreír. Entierra su cara en mi cuello y nos quedamos así unos segundos, sin esperar nada del mundo, sólo respirando el perfume el uno del otro.
Cuando habla, su aliento me hace cosquillas en el cuello y se aparta hasta quedar a unos centímetros de mi rostro.
-Sé cosas de ti que ni tú misma sabes -declara y yo me río. Me alejo y lo miro interrogante. Tengo ganas de saber qué se supone que conoce de mí-. Bueno, sé que tu prenda favorita son las sudaderas, que si fueras un chico te atraerían más las morenas, que siempre estás sonriendo, que odias arreglarte y que no te valoras lo suficiente.
Lo miro desde una distancia considerable. Lleva la razón en todo. No sé cómo lo sabe, ni tampoco quiero saberlo. Le sonrío y él me guiña un ojo.
-Pero sí me valoro lo suficiente.
-Claro que no -afirma, en medio de una sonrisa-. No soportas que te digan que eres preciosa.
-Porque no lo soy.
Sus manos se encuentran con cada lado de mi rostro y sus ojos se centran en los míos, como si no hubiera nada más en el mundo.
-Claro que lo eres. Lo que ocurre es que tú no lo sabes.
Puedo notar el calor procedente de mis mejillas y miro al suelo. Tengo muchísimo calor y me quedo callada.
Michael coge mi barbilla y la mueve para que lo mire directamente a los ojos.
-Te lo repito: eres preciosa.
Voy a besarlo cuando unos nudillos tocan la puerta. Michael maldice en voz baja y yo me río.
-¡Pasa!
Primero asoma una nariz puntiaguda y después todo él: Paul.
Por instinto, me levanto de las piernas de Michael y lo miro.
-Siento interrumpir -dice, y me extraño de que se disculpe-, pero debo deciros que mañana iremos de excursión a la ciudad. Sobre las ocho, estad preparados.
Antes de que podamos decirle algo, se marcha. Pero yo no podría decir nada, estoy totalmente mareada y asustada.
¿Y si veo a todos mis amigos? Les podría mentir.
No, no podría.
Me froto la cara y suspiro. Siento la mano de Michael en mi hombro.
-¿Qué pasa?
-¡Mierda! -grito, hasta Michael se asusta.
Aunque esta situación no me enfada, creo que tengo un cúmulo de estrés y necesito soltarlo por algún lado. Insultar no ayuda.
-A las ocho los estudiantes van a clases. ¿Qué pasa si veo a mis amigos? Sólo Adam y Jackson saben lo mío. Pero me preguntarán. Y no sé qué puedo decirles porque yo no...
-Ey -dice, dejando que no hable más-. No te preocupes. A lo mejor no vamos por tu instituto.
Deja un beso en mi frente para intentar consolarme, pero yo sé que seguramente los vea, porque mi instituto estaba en el centro.
De repente tengo ganas de marcharme a mi cuarto y enterrarme bajo mis sábanas.
-Nos vemos luego.
Michael me coge del brazo antes de que pueda irme.
-¿Por qué? -pregunta, medio ofendido.
-Ya hemos pasado la tarde juntos.
-Un rato más -dice, y va dejando besos en mi cuello.
Una ola de calor y de placer recorre todo mi cuerpo, pero me aparto. Me sienta en sus piernas a horcajadas, de forma que mis piernas quedan cada una a un lado de sus caderas.
-Quédate.
Vuelve a besarme el cuello y la ola de calor vuelve. Siento cómo sus labios queman en mi cuello y suelto un suspiro que podría hacer volar a un elefante.
-Michael... para... -jadeo, y él ríe-. ¿Intentas provocarme?
Levanta su cara de mi cuello y me mira. Tiene los ojos más claros y los labios algo rojos e hinchados. Le puedo ver la nuez subir y bajar al tragar. Y me pregunto: qué verá él cuando me mira.
-Ajá.
Ahora besa mis labios, primero en un suave toque y después en un beso apasionado que me deja sin respiración.
Me digo que sólo me quedo media hora. Joder, soy frágil.
Las manos de Michael bajan por mi espalda hasta mi trasero. Aún con su boca contra la mía, me levanta y me posa sobre la pared. Recorre toda una trayectoria de besos: mi boca, mi mandíbula, el cuello, el lóbulo de la oreja, hasta que deja algunos por encima de mis pechos.
Le agarro el pelo por instinto y él produce un sonido gutural. Me conduce aún en sus brazos a la cama y nos tumbamos. Él está encima de mi cuerpo, besando mis mejillas y labios.
Estoy acalorada y muy nerviosa, así que no sé lo que hago para que Michael se separe de mí.
Sus ojos verdes oscuros me miran desde arriba. Tiene el pelo despeinado y la voz ronca cuando pregunta:
-¿Estás bien?
Se sienta a mi lado y yo me incorporo. Estoy jodidamente bien.
-Claro. ¿Por qué no iba a estarlo?
Él se ríe y se acerca a mi oído para susurrarme:
-No quiero presionarte. Nos vemos mañana.
Así que me deja con el calentón. Quiero decir, sé que yo no quiero hacerlo, pero el hecho de que él me haya frenado me deja tocada. Me levanto de la cama y camino hasta la puerta. Allí lo miro y le suelto:
-Eres un puto microondas. Mucho calentar, y poco cocinar.
Él suelta una carcajada y contesta a la broma.
-Ya conocerás la cocina de Michael, tranquila.
Cierro la puerta y bajo por las escaleras acalorada y roja. Casi me lo ha confirmado.
Viajo por los pasillos hasta mi cuarto, donde están Laura y Channel, riendo.
Al ver el panorama, me voy, evitando cualquier contacto con Laura. No quiero ser una gallina, pero ahora mismo no quiero enfrentarme a ella.
Decido ir a la biblioteca, y terminar de leer la biografía de Bob Marley. Bella está en el mismo sillón de la última vez, leyendo su novela romántica.
-Ey.
-¡Hola! -exclama con energía.
-¿Plan para hoy?
-Libro y café. ¿Te apuntas?
La miro y ella me sonríe. Bella es de esas chicas que no le importan una mierda lo que la gente piense de ellas, ella se quiere a sí misma y es lo que le importa. Me gustaría ser como ella.
-Hecho. Voy a por mi libro.
Vuelvo a los pocos minutos después con mi libro y me siento en el sillón de al lado.
-Vienes algo roja, ¿no?
Me toco los mofletes y noto que aún queman. Miro al suelo y le digo lo primero que se me ocurre:
-He corrido para ir a por el libro.
-Sí, claro. ¿No recuerdas que leo la mente?
Ella explota en una carcajada y me mira pícara. Me guiña un ojo y yo río.
-¡No me leas la mente!
-¿Qué? Sólo quería un poco de porno gratis...
Yo me río y me tapo la cara con las manos.
-¿Sabes que mañana nos vamos de excursión a la ciudad? -pregunto, para cambiar de tema.
-¿Si? Qué pringados...
-¿No vendrás?
-Supongo que no.
No puedo convencerla, así que volvemos las vistas a nuestros libros y leemos calladas.
Al cabo de cien páginas, Bella interrumpe el silencio de mi mente y la biblioteca.
-Laura es una puta.
-¿Qué?
-Sé lo que te ha dicho.Y créeme cuando te digo que lo va a pagar.
Mierda. Lo último que quiero es que todos mis amigos se enteren de lo de Laura e intenten pararla. Primero Michael, ahora Bella.
-¿Puedes dejar de leer mi mente?
-No lo hice. Leí la de ella.
Así que Laura ha estado pensando en mí y en lo que me dijo.
-Escucha Bella: no digas ni hagas nada. Saldremos heridas o tú o yo. Así que no.
Ella rueda los ojos y sigue leyendo. Otra vez interrumpe el silencio:
-¿Conoces a ese chico? -pregunta, mientras mira por encima de mi hombro-. Está pensando en ti.
Me doy la vuelta, esperanzada por que fuera mi padre. Pero encuentro a Adam, que llega hasta a mí exhausto, perseguido por Ophélia.
-Señogita, ha insistido en vegla, pego le dije que no podía. Dice que es su hegmano.
Él me guiña un ojo y yo lo miro extrañada.
-¡Hermanita! -exclama, y me da un abrazo-. Qué guapa estás.
-Tranquila Ophélia, es mi hermano.
Ophélia se va tranquila y yo lo cojo del brazo y lo llevo al jardín. Allí nos sentamos en un banco.
-¿Qué quieres? -susurro, enfadada. No quiero que esté aquí después de lo que pasó la última vez.
-No respondiste a mi mensajes. Quiero hablar contigo.
Ugh. Es pesado.
-Estoy con Michael, te aviso.
-No quiero volver contigo -declara riendo. Otro golpe hoy para mi feminidad-. Solamente quiero quedar bien con Michael y contigo.
-No creo que sea posible, al menos por parte de Michael.
Su cara transmite desesperación.
-Escucha, no quiero llevarme mal con él.
-No creo que haya solución, Adam.
Hablamos durante un rato. Él ha vuelto a salir con la chica de antes y dice que son bastante felices.
Me alegro de no haberme quedado con él, sólo quiere una chica tras otra y diversión. Si no estoy yo, se queda con ella y viceversa.
Aparece Michael, con sus sonrisa al verme, que desaparece poco a poco al ver el rostro de Adam. Sus puños ahora están contraídos y sus nudillos se vuelven blancos por la presión. Su rostro refleja enfado y mucha ira, es igual a la vez que terminé en el hospital. Le miro y sonrío, dándole a entender que no pasa nada entre nosotros, gesto que él no entiende. Se dirige hacia Adam, decidido y con pies de hierro.
-Vete de aquí.
-Eh tío, sólo quiero ser amigo tuyo.
-No, no va a ser posible ¿sabes? Porque sé lo que intentas con Alexia. Sé que tienes a la otra chica para cuando te canses y volver a ella. Pero no va a pasar, porque tú sólo quieres liarte con ella y yo quiero algo serio.
-¿Algo serio? -pregunta Adam, y se ríe a carcajadas. Ahora soy yo la que tiene ganas de pegarle un puñetazo. Michael asiente y él vuelve a reír-. ¿Un discurso de política o algo así?
-Enamorarme. Cosa que tú no harás en tu vida.
Trago saliva y el corazón me va a mil. ¿Ha dicho enamorarse?
La risa de Adam cesa y lo miro con asco. ¿Por qué sigue aún aquí?
-Pero yo..
-Tú nada -lo interrumpe Michael. Lo agarra de la camiseta y lo levanta del banco. Señala la cocina-. Tú te vas y punto.
Adam se marcha a paso ligero y en la puerta de la cocina me mira. Yo aparto la vista, porque ha quedado claro lo que quiere conmigo. Michael se acerca a mí y se sienta a mi lado, aún tenso.
Yo lo abrazo y le susurro al oído:
-Me gusta lo que has dicho.
Poso mi mano en su nuca y noto cómo se estremece, como siempre. Su mano viaja a mi espalda.
-Es la verdad -declara, en un susurro.
Me guardo lo último para mí: su comportamiento me ha puesto a mil.

2 comentarios:

  1. Le gusta la Nutella!! LA NUTELLA!jajaja x dios... amo esta novela!!! me hice una adicta!Ah.. simplemente la forma en q habla Ophelia me hace 'mogig de gisa 'jajajaj Muy buena!

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