miércoles, 20 de febrero de 2013

Capítulo 28: "Quizás algún día pueda vengarme."

Me siento en las escaleras con todos, esperando que acaben los diez minutos de descanso. Veo cómo Fabio y Carol, hacen muy buena pareja. Me dirijo a los dos hermanos recién llegados.
-¿Qué poder tenéis?
-Manipulación física -dice Valerie. Pongo cara de no entenderla, porque no lo hago. Ella se ríe-.¿Tienes un pañuelo? 
Busco en mis vaqueros y lo único que encuentro es un post-it que se me ha pegado en el trasero. Lo cojo y veo que está en blanco, así que se lo doy. Ella lo pone entre sus manos y cierra los ojos con suavidad. Cuando las abre, sólo hay cenizas. No puedo reprimir mi cara de sorpresa.
-Joder -susurro. Su poder es jodidamente poderoso-. ¿Funciona con personas?
-No, por ahora no.
Nos quedamos callados unos segundos. 
Como siempre y sin darme cuenta, empiezo a cantar. Mal, pero canto. 
-And they scream, the worst things in life come free to us.
Veo cómo Fabio mueve los pies al ritmo de la música y habla:
-Cause were just under the upper hand, and go mad for a couple of grams, she don't wanna go outside, tonight.
Él sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.
-¿Te gusta Ed Sheeran? -me pregunta.
-Es mi religión.
-Por fin alguien que lo conoce, es genial. 
Sonrío al escucharlo. Es el primero que lo conoce junto a mí en la Organización. Tenemos cosas en común, seguro que nos llevamos genial.
Quedan unos dos minutos de descanso. Esperando, me levanto y voy a por agua a la cocina. 
Allí está Laura, mirándome fijamente. No le hago caso, abro la puerta del frigorífico, pero ella la cierra detrás de mí.
-¿Me recuerdas?
-Laura. Viniste ayer aquí.
-No, no -dice, con una sonrisa oscura-. Ya nos conocemos de antes. 
-Lo siento, no te recuer...
-Hace unos meses -me corta, antes de dejarme hablar-, en el gimnasio. Tuve que subir por la cuerda, me caí a los pocos metros y tú fuiste la que se rió de mí sin compasión ninguna.
Sinceramente no recuerdo que la conociera, pero si ella lo dice será verdad. 
De repente, la imagen viene a mi cabeza. La chica que se cayó Laura. La chica que me miró mal fue ella. La que se fue llorando fue ella...
-Siento haberlo hecho, no quería herirte.
-¿Lo sientes? Pobrecita... Quizás algún día pueda vengarme.
Levanto una ceja y siento que voy a soltar una carcajada. Me pasa a veces, cuando algo es peligroso o serio, me río. 
Me quedo apretando los labios, intentando no soltar la carcajada y por tanto terminar la conversación. Ella me guiña un ojo y se marcha. Trago saliva y me relajo al saber que se va; pero mis piernas tiemblan muchísimo.
Aparece Michael por la puerta, con una sonrisa que poco a poco se desvanece entre sus labios.
-Eh, ¿qué pasa? El señor Norton pregunta por ti -dice, mientras mira mis piernas. Me pone las manos en los hombros y me mira desesperado.
No sé si contárselo, porque puede que Laura lo amenace también si lo involucro. Sus manos aprietan tanto mis hombros que las palabras salen solas:
-Laura. -Es lo único que puedo decir. Intento terminar la frase, pero soy la chica más cobarde del mundo y sólo con una amenaza mi mundo se viene abajo. 
Sólo pienso que me podría matar con sus manos en un segundo. 
Me agarro al mango del frigorífico, para evitar caerme. Michael se acerca a mí, me coge el brazo y lo coloca en su hombro.
-¿Laura qué?
Respiro hondo.
-Me ha amenazado. Dice que se vengará.
Los puños de Michael se van apretando poco a poco, hasta que los nudillos se vuelven del color de la luna llena. Continúo la frase.
-Prométeme que no dirás ni harás nada. -Michael calla por unos segundos y mira hacia otro lado. Le agarro la barbilla y hago que me mire-. Hazlo.
-Te lo prometo.
Le beso, intentando tranquilizarle y decirle que estoy aquí, que no va a pasar nada. 
¿Qué puede hacerme Laura? La gente tiene compasión, humanidad.
Sus puños vuelven a su estado normal.
-Vamos a clase -dice mientras me ayuda-. ¿Puedes? 
Asiento con la cabeza y retiro mi brazo de su hombro. Intercambiamos unas sonrisas y caminamos hacia clase poco a poco.
-Gracias -digo en su oído. Él no dice nada, sólo besa mi frente. 
Él mira al frente unos segundos antes de hablar:
-Siento no haberte creído. Laura no es de fiar. Llevabas toda la razón. 
Me acerco más a él hasta que el Señor Norton  o cabeza de bola de billar se acerca a nosotros.
-Llegáis tarde. 
-Lo siento, me he mareado -digo mientras busco mi sitio. En el fondo está Laura, mordiendo su lápiz con una sonrisa.
Las horas de clase son interminables, como siempre, estoy desconectada totalmente de ella, creando mis propias reflexiones. 
¿Qué estará pasando en casa? ¿Y Bola? Mi padre se lo habrá llevado, Leslie querrá tenerlo también. Seguro que mi madre está preparando tostadas para desayunar, mientras mi padre hace el café.
Leslie estaría en Internet, comprobando Facebook una y otra vez, mientras lee los apuntes de la universidad. Y Nico estaría con la música a todo volumen, mientras devora una tras otra las tostadas, sin saborearlas. La abuela iría a visitarlos con un "¡Pero qué guapos estáis!" 
Seguro que ella ya está mejor, el tiempo ha pasado lento para ella. Ella es dulce y alegre; y fuerte. 
No quiero que esté mal. Sus típicas frases me vienen a la memoria. 
"¿Pero tú has visto qué ojos? ¡Y qué sonrisa! No se lo digas a tu madre, pero tú eras mucho más guapa que ella..." Mientras ríe y me da cinco besos en un sólo segundo. Y su: "¿Tienes hambre?
Mi abuelo era más tímido, pero cuando estábamos solos era algo extraordinario. Bebía vino mientras veíamos cualquier programa y nos dormíamos sin querer.
Entre reflexión y reflexión asiento con la cabeza, sin entender ni una palabra de lo que dice bola de billar.

Pasan las cinco horas, largas, pero pasan. Salgo de clase, buscando el comedor. Nunca lo he visitado, como alguna cosa en la cocina sin pararme mucho a pensar. Channel y su voz chillona interrumpen mis pensamientos.
-¿Comemos juntas?
-¡Claro! 
Le sonrío y ella me guía yendo delante de mí. Para mi sorpresa, hay que cruzar varios pasillos.
-Creo que hoy toca pizza. -Hace como si se limpiara la baba y se ríe.
Soy de esa gente a la que le gusta estar sola, pero cuando quiero estar con alguien, cuantos más mejor. Así que se me ocurre que podríamos comer todos juntos.
-¿Puede venir Bella, Carol, Angy, Valerie y Fabio?
-¡Claro! -dice ella, sonriendo- ¿Y Laura?
Seguramente que Laura coma conmigo es la peor idea del mundo. Ya sabéis, por los cuchillos y eso... Esperaba una comida divertida y con diálogo, pero ahora sé que en cuanto termine mi plato de comida me iré a mi cuarto.
Pero lo pienso: quizás Channel quiera tener su verdadera amiga y la prefiera a ella. Así que no pongo inconveniente, si yo quiero que todos vengan, ella también puede traerla a ella.
Nos reunimos en la mesa de la esquina. Fabio, Bella, Carol, Angy, Valerie, Channel, Laura y yo. 
Bella me guarda un sitio a su lado, entre ella y Carol. Las dos me saludan, pero presto más atención a tres asientos a la derecha, Laura. Es raro que ahora no me esté mirando, conversa tranquilamente con Channel y parece hasta normal. Parece.
Michael llega a los pocos minutos. Me mira y me sonríe, pero después su mirada se desvía a Laura y  noto cómo sus nudillos se vuelven blancos.
Me levanto y me dirijo a él. Me pongo de puntillas para cortarle la visión y sus ojos por fin se centran en los míos. Le cojo de las manos y él envuelve las mías en las suyas. Tiro suavemente de él hacia el bufé.
-Vamos a por nuestra comida. 
-¿Por qué está aquí? 
-Tu hermana la ha invitado.
-Hablaré con ella, para decirle que se vaya -dice, mirando a Channel. Yo le vuelvo la mirada y el verde de sus ojos vuelve a estar más claro.
-¿Qué? Prometiste no decir nada.
-¡Es por tu bien, Alexia! -grita, demasiado bajo para ser un grito y demasiado alto para ser un susurro.
-No me grites. 
Él me mira y me pone las dos manos a cada lado de la cara.
-Lo siento. No quería hacerlo. No quiero que nadie te haga daño.
Aún con mi cara entre sus manos, me besa suavemente. Es sólo un pequeño contacto, que me hace querer más, pero no soy de esas chicas que se besan como si no hubiera mañana en un sitio público lleno de estudiantes con las hormonas revolucionadas.
Al menos no por ahora.
-Sé defenderme por mí sola, Michael. Es mejor si te callas. Por favor.
Su mandíbula se tensa y suelta mi cara; mirando hacia otro lado. Se pasa la mano por la nuca, nervioso.
-No lo entiendes -susurra, casi para sus adentros. Vuelve a mirarme-. Contigo no hay preocupaciones. Eres como el aire, me llevas aunque no me de cuenta. Si sonríes: todo va bien, el mundo marcha, nosotros marchamos. Tu sonrisa me hace estar en paz. Pero si no sonríes: nada marcha. 
Es cursi, lo sé, pero Michael es así. Lo miro y le cojo de la mano. Le muestro una sonrisa de oreja a oreja, bromeando. Él me mira y sonríe.
-Todo va bien. Ahora vamos a comer cinco pizzas nosotros solos y moriremos juntos de un ataque al corazón.
Él me guía por el bufé, cogemos una bandeja y un plato para cada uno.
-Cambiando de tema -dice, mientras pone un trozo de pizza en su plato y me alcanza uno para saber si  yo quiero. Yo asiento y él lo pone en mi plato-, ¿has visto cómo mira Fabio a Carol? 
-¿Crees que se gustan? -digo, riéndome.
-No sé. No pude ver mi cara cuando te conocí -bromea, antes de guiñarme un ojo-. Eso se merece un beso.
Suelto una carcajada y le beso la mejilla.
-¡No ahí! -exclama, riéndose.
Coloca pasta, ensalada y algo de fruta en ambos platos. Coge sushi y pone un poco en su plato. Cuando va a poner un trozo en mi plato, le freno.
-Odio el sushi.
Él rueda los ojos e introduce mi trozo en su boca. Cuando traga, habla:
-No sabes lo que te pierdes.
Michael me dice que ya vuelve y yo voy a nuestra mesa.Todos se marchan a por su comida, menos Fabio, que se queda conmigo.
-¿No comes? -le pregunto y él niega con la cabeza.
-Estoy algo acostumbrado a comer más tarde. 
Michael llega con su bandeja y dos Coca-Colas y sienta a la izquierda de Fabio. Me da mi refresco y Fabio y él se presentan.
-Soy Michael. No nos habían presentado -dice mientras se dan un apretón de manos-. ¿Y qué tal por aquí? ¿Haciendo amigas y eso?
-¿Qué? -dice, con una sonrisa.
-Te vemos muy bien con Carol -afirmo, moviendo las cejas. Michael y él se ríen.
-Sh -susurra Fabio-, no lo digas tan alto.
Michael se ríe y casi se atraganta al beber de su Coca-Cola.
-No pasa nada, hacéis buena pareja -argumenta Michael.
-¿Crees que le gusto?
Miro a Michael (que sonríe como un tonto) y después a Fabio.
-Te daré un consejo. Conócela perfectamente y después, si ambos queréis, salid juntos.
Michael me mira interrogante, sin saber a qué me refiero.
-Es mejor ir despacio, yo no sé casi nada de ti.
Su mirada vuelve al suelo, como dándome la razón.
Comemos tranquilamente, haciendo bromas y riendo. Para mi sorpresa, Laura no jode mi comida.
Michael por el contrario, está serio. Su mandíbula amenaza con salir disparada mientras mira a Laura. Cada vez que lo hace le hablo o le digo alguna estupidez.
Salgo de la cafetería, en rumbo hacia mi cuarto. He comido muchísimo y quiero dormir un poco. Cuando estoy a punto de subir las escaleras, Michael se para en frente de mí.
Lo miro interrogante y él jadea. Ha venido corriente para pillarme a tiempo.
-Me... me debes un favor -dice, intentando recuperar el aire-. Hoy nos toca tarde juntos.
Yo sonrío y él me coge de la mano. Me acompaña por las escaleras y no sé qué rumbo vamos a tomar.
-¿Qué vamos a hacer?
-Conocernos -declara, mientras me mira y el verde de sus ojos me tranquiliza. 
Deja un beso suave en mis labios y ahora estamos solos, así que le agarro por la nuca y le devuelvo un beso apasionado. Él se ríe contra mi boca y nos separamos un poco, aunque se queda a escasos centímetros de mi boca.
-Primero nos conocemos y después... no sé después -susurra, en medio de una carcajada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario