lunes, 25 de marzo de 2013

Capítulo 34: "Alexia es... mi... amiga."

Caminamos por el parque al menos dos horas. No hablamos mucho, sólo nos reímos, nos miramos y nos regalamos algún que otro beso.
Michael me mira mientras camina a mi lado.
-¿Tienes frío?
-No -afirmo-. El castañeo de los dientes es porque me gusta el flamenco. ¿A quién se le ocurre meterse en un lago helado?
-Al único Michael Tyler Hayes. Además, estaba casi helado.
Nos reímos y entrelaza su mano con la mía. El tacto de su piel me hace sonreír. Su mano es más grande que la mía y menos suave. 
Nunca he sido muy aficionada de las muestras de amor en público, pero a Michael no parece importarle que nos puedan mirar. De todos modos aquí estamos solos, así que me alegro de que me coja la mano y él no le de importancia a algo tan bonito para mí.
Intento silenciar el castañeo de mis dientes, pero el silencio hace que parezca una motosierra.
-¿Me perdonas si te llevo a tomar un batido? -pregunta, antes de sonreír-. Y una palmera, claro.
-Cómo me conoces, brivón.

Abro la puerta del coche y me monto, antes de que Michael haga lo mismo. Con una mano en el volante, se abrocha el cinturón sin ninguna dificultad. Arranca el coche y sale despacio del espacio con nieve. 
-Hay una manta en el asiento de atrás, cógela si tienes frío.
Intento cogerla sin levantarme, pero el cinturón que acabo de abrocharme parece impedirlo. Pulso el botón para quitármelo, me levanto y me inclino hacia delante para cogerla. Cuando me vuelvo, veo a Michael mirándome el trasero, que se había quedado a unos centímetros de su cara. Se da cuenta, y se tapa la boca mientras sonríe.
Vuelvo a mi asiento y me vuelvo a poner el cinturón, no sin antes sonreír y sonrojarme. 
-¿Qué, tenías buenas vistas desde ahí? -pregunto, mientras me pongo la manta encima.
-No estaban mal -afirma. Cambia de marcha y se le marca la mandíbula, otra imagen para el recuerdo.
Pone la calefacción, pero aún así, cuando llegamos seguimos mojados. Aparca en la penúltima plaza libre con gran destreza y reproduce un chasquido en forma de victoria.
Bajamos del coche y veo más el Londres que conocía. Andamos el uno al lado de otro y me fijo en la gente a nuestro alrededor. Veo a un grupo de chicos y chicas con skates y me acuerdo de mi pasado.
Puede sonar dramático, pero lo es: es pasado.
Michael pasa su brazo por mi cuello y me acerca a él. Ahí es cuando me doy cuenta de que mucha gente nos mira: estamos totalmente empapados y no parecemos preocupados.
Sigo andando hasta que él me da la vuelta y me indica que este es el local donde quiere entrar. Desde fuera, es una pequeña cafetería en la esquina de una de las calles principales de Londres. Abre la puerta y la sostiene para que pase después de él. 
Dentro, la cafetería parece más grande. Tiene una gran barra y algunas mesas repartidas por el local.
Me pregunta que dónde quiero sentarme y al encogerme de hombros, se ríe y nos sentamos en la mesa más cercana. Se sienta en el sofá de enfrente y se frota las manos, todavía frías.
-Un batido de chocolate para la señorita, ¿verdad?
-Creo que la oferta también ofrecía una palmera...
Produce una carcajada que hace que una camarera se acerque a nosotros. Saca una pda y cuando alza la vista, su mirada cambia.
-Michael -susurra-. ¡Cuánto tiempo!
Michael se levanta y la abraza mientras ambos sonríen.
-¡Cómo has crecido! ¿Pero cuántos años tienes ya? -pregunta la rubia, sorprendida.
-Cumplo dieciocho en dos días.
Intento sonreír cuando oigo eso y ella me mira. Coloco un mechón de pelo detrás de la oreja y después lo retiro rápidamente.
-Cómo pasa el tiempo. Y, ¿quién es esta chica tan guapa?
-Ella es Alexia. Ella es Ruth. Es mi...
Aún no hemos aclarado si somos novios, aunque creo que está bastante claro. Me río al pensar cómo intentará salir de esta.
-... amiga. 
-Claro, una amiga -dice sarcástica y me guiña un ojo. Vuelve a sacar la pda y Michael le dice lo que vamos a tomar. 
Cuando se va, muevo los pies debajo de la mesa esperando para comer algo. No me doy cuenta de que Michael se desliza en el sofá, así que cuando muevo el pie alcanzo su entrepierna. Él suspira y apoya la cabeza sobre la mesa, riendo. 
-¿Cuánto tiempo me vas a hacer aguantar? -pregunta, antes de rozar mi muslo con su brazo alrededor de la mesa.
Me da por reírme y sonrojarme, mientras él sonríe pícaro. Ruth trae el pedido y le doy gracias por no tener que responder a la pregunta de Michael. Él bebe su café a sorbos, pero sin embargo, yo termino mi batido y palmera en pocos minutos.
-¿De qué conoces a Ruth? -pregunto con la boca llena. Michael se ríe y yo trago-. Lo siento.
-Cuando iba al parque de antes, venía aquí y me refugiaba durante unas horas. Ella sabe lo de mis poderes y lo de mis padres. Digamos que lo de mi vida en general.
-¿Volvemos a casa?
Antes de razonar que la Organización no es mi casa, asiento. Él toma un último sorbo de su café y paga la cuenta. 
A veces pienso en mi familia. Por mi cabeza pasan fotos de mi hermana, mi hermano, mis padres, etcétera. Veo mi anterior casa, la actual, la de mis abuelos, la de mis tíos...
Y luego pienso en Michael. Pienso en él de pequeño perdiendo en sus padres, sentado en su cama del orfanato y su cara cuando nadie quería adoptarlos. Lo único que tiene él es a Ophélia y a Channel.
Me coge de la mano y se despide de Ruth antes de salir del local. 

Salimos del coche y lo cierra a distancia, mientras lo espero en las escaleras de la organización. Cuando me alcanza, subimos los dos juntos y me empuja un par de veces mientras reímos. La puerta principal está entornada y al entrar, Carol está sola en las escaleras con la cabeza entre las rodillas.
Me acerco a ella y espero a que su visión termine. Tirita durante un segundo y después saca la cabeza de su escondite y me mira.
-¿Cómo estás, Carol? ¿Otra visión?
Ella asiente y le toco la rodilla. Bufa irritada y espero a que me lo cuente o no.
-Alexia, he visto a Michael... de negro. Estaba llorando y el agua caía a su alrededor. Aparecía un número, que coincide con el día del mes de dentro de una semana.
-¿Qué quiere decir eso?
-Creo que era un funeral. Alguien va a morir.
Me pitan los oídos y creo que tirito. Ella me mira y me levanto, algo tambaleante.
Organizo mis pensamientos:
Michael se va en dos días.
Hay una muerte de alguien cercano a Michael en siete días.
Soy alguien cercana a Michael.
Puede ser un pensamiento negativo o realista. Puedo morir en menos de una semana. Y tiene sentido: no dependo de Michael, pero cuando él se vaya Laura tendrá más fácil su venganza.

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