viernes, 23 de diciembre de 2011

Capítulo 15: "Mural de preciosos colores."

Día 18 de abril de 2010:
Diario de Alexia.
Hoy es el día más lluvioso que he visto nunca. Los relámpagos suenan a todas horas. Siento como si fuera a cerrar los ojos de un momento y no fuera a despertar nunca. 
El cuerpo me pesa. El nudo en la garganta no se va.
No había pensado nunca en esto, pero creo que él está a mi lado. Dándome un beso, abrazándome, limpiando las lágrimas que caen en mi almohada.
Me arrepiento de tantas cosas...
No haber estado con él día y noche, no haberle dicho que lo quería, no haberme despedido de él. Pero no sabía que se iría tan rápido.
No tendría que haberse ido tan rápido.
Espero despertar de ésta pesadilla pronto. Muy pronto.
Firmado: Alexia.


Justo cuando cerré mi diario, entró Michael. Lo escondí debajo de la almohada y lo contemplé. Los ojos verdes tenían un brillo especial. Le sonreí, aunque no tenía ganas.


-Hola, Alex. -Se acercó y me dio un beso en la frente.
Se sentó en la cama y me miró.
-Hola.
-¿Qué tal?
-Bien. -Mentía.
La pérdida de mi abuelo me corroía por dentro. Me estaba deshaciendo. Mi sonrisa parecía desaparecer por momentos.
-¿En serio? Tu padre ha hablado conmigo.
-¿Qué?
-Alexia, no hay que esconderlo. Hemos pasado por esto. Estoy aquí para todo. Quiero estar en los buenos momentos, pero también en los malos. Me pides el mundo y te doy el universo. 
Asentí con la cabeza. El nudo ascendía por mi garganta. Una lágrima brotó y las demás no pudieron cesar. Empecé a llorar hasta quedarme seca. Me abalancé encima de él mientras caíamos en la cama.
Me agarró muy fuerte, cargándome las pilas.
-Te necesito aquí, a mi lado.
-Estaré siempre que lo necesites. -Acercó sus labios rosados hacia los míos. Sus labios rozaban  los míos cuando llamaron a la puerta. 
-Ho... Perdón. ¿Interrumpo?
-No, pasa Adam.
El chico moreno atravesó la habitación y se sentó en la cama de Channel en menos de cinco segundos. 
-Sí, sí interrumpe.
-No, no interrumpe. Es mi amigo y puede venir cuando quiera.
-¿Te vas a quedar aquí? -Los ojos de Michael atravesaron a Adam como una espada. 
-¿Te vas a quedar tú? -Respondió Adam.
-Michael, luego hablamos.
Muy a su pesar, Michael se levantó y me besó en los labios. El suave tacto duró unos segundos.
Atravesó la habitación y salió fuera.
Adam y yo estábamos solos.
-¿Cómo estás?
-¿Por qué te preocupas tanto por mí?
Sabía que estaba siendo borde, pero no me gustaba parecer débil. Aunque lo fuera, no me gustaba que nadie se compadeciera de mí.
-Porque te quiero.
-Y yo.
-Creo que no de la misma forma que lo hago yo.
El espacio quedó en absoluto silencio. La respiración de Adam ocupó toda la habitación y se mojó los labios.
-¿De qué forma lo haces tú?
De pronto Adam se había abalanzado sobre mí, besándome.
Hacía mucho que nadie me había besado con tanta ternura, delicadeza y pasión a la vez. Michael abrió la puerta de pronto, con una sonrisa en la boca, que en pocas centésimas de segundo había desaparecido.
-¿Qué haces, gilipollas?
Los ojos eran marrones oscuro, y la boca una simple línea de expresión. El pecho subía y bajaba, a cien por hora.
Corrió hacia Adam y lo agarró del cuello de su chaqueta negra. Adam se vio sorprendido, pero impulsó a Michael para soltarse, mientras éste caía al suelo por la fuerza.
-¡Parad, parad! -Me coloqué entre ellos.
Estaba entre Adam y Michael, que estaba en el suelo.
De pronto, Michael se levantó e intentó golpear a Adam de nuevo. Pude ver el puño dar en mi nariz.
La pared se convirtió en un mural de preciosos colores, y después, oscuridad.

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