sábado, 29 de diciembre de 2012

Capítulo 21: "Son cosas que se dicen en caliente..."

Los ojos verdes seguían mirándome y la sonrisa no desaparecía.
Esto no era un buen despertar. Quizá hace unos días, pero ahora no entendía nada.
Había despertado y había encontrado a Michael allí, haciéndome cosquillas como si no hubiera pasado nada.
Me incorporé en el sofá y le dije muy seca:
-¿Qué quieres?
-Nada, hacerte cosquillas.
Aquellas palabras me ardieron por dentro. ¿Se pensaba que iba a perdonarlo así?
-Perdona, estoy un poco perdida -dije, entre una carcajada. Aunque lo último que quería era reír-. ¿No utilizaba a los chicos?
-Venga, son cosas que se dicen en caliente, no se piensan.
Aún más ardor.
-Pues yo pienso que en esos momentos dices las cosas que verdaderamente piensas de otra persona.
Unos segundos en silencio. Dios, él sabía que yo los odiaba.
Se mordió el labio y desvió la mirada hacia el suelo.
-¿Piensas que te pegué?
Había sido casi un susurro, y por un momento pensé que estaba dolido.
Después recordé que había estado jugando con las chicas en la biblioteca y la idea desapareció.
-Teóricamente sí. -Imité sus palabras.
Volvió a mirarme y le vi los ojos acuosos. No podía ser. ¿Michael estaba llorando?
-Sabes que lo siento por lo que dije.
-No siempre vale con una disculpa. Hay cosas que duelen -dije, y se me rompió la voz-. Además, vas siguiéndole el rollo a las chicas que te tiran. ¿A qué juegas?
-Mi querida Alexia, ¿acaso estás celosa?
Las comisuras de los labios se le elevaron despacio. El estómago se me encogió, como cuando estás en una montaña rusa. Me entraron unas ganas terribles de besarlo.
Después mostró una gran sonrisa y después rió alto.
-Venga -le animé, sonriendo-, no te flipes que eres tú el que no me ha quitado el ojo de encima en la biblioteca.
Le guiñé el ojo y su sonrisa desapareció. ¿Qué? ¿Acaso yo tampoco podía bromear?
-En todo caso, les puedo seguir el rollo porque no estamos juntos, ¿no?
-Claro que no. Tú haz lo que quieras -escupí. Las palabras estaban llenas de veneno y pareció que me tragué un poco de él, porque quería golpear a Michael y luego besarlo. Besarlo hasta que doliera-. ¿Te importa dejarme la muñeca?
-Sí, señorita.
Soltó mi muñeca y la dejó en su pierna. La miró y después me miró a mí. A mis ojos. Y a mis labios.
Podía sentir los pocos centímetros que nos separaban. Cargados de tensión y ganas.
Me castigué, porque no quería degradarme. No iba a volver con él tan rápido.
Retiré la mano. Cincuenta por ciento rabia, cincuenta por ciento tristeza. Me levanté y me dirigí a las escaleras. De repente la puerta se abrió y pude distinguir dos figuras entre la luz. Pude reconocerla a los pocos segundos.
Channel. Y la señora francesa, Ophélia.
Los gritos de Channel me frenaron en el segundo escalón.
-¡Suéltame ya!
-Señogita, no le consiento que me hable así.
-Ophélia, bonita -rogó, con sarcasmo. Reí-,  ¿me sueltas, por favor?
Ophélia alzó el mentón y la soltó. Channel se limpió las manos en los vaqueros y la miró, con rabia. Recorrió con la mirada la habitación, mientras daba unos pasos.
Su mirada se paró en mí y sonrió.
-Eh, Alex, ¿qué pasa?
-¿Qué ha pasado?
-He intentado escaparme y Ophélia me ha traído justo cuando estaba con Jackson.
Otra punzada de dolor.
-¿Has estado con él? ¿Cómo está?
-Muy bien, parece feliz -exclamó, feliz. Sonrió-. Nos hemos besado.
Se pasó las manos por el pelo, sonriente.
Quizás Jackson estaba feliz con Channel. Quizá hicieran buena pareja.
Me vino de nuevo el pensamiento de todas las cosas que me estaba perdiendo. A lo mejor no se acordaban de mí, no les importaba que no estuviera con ellos, se lo pasaban mejor sin mí.
Otra punzada de dolor.
Sonreí, aunque era lo más falso que podía hacer ahora.
-Me voy arriba -le dije, porque quería irme de una vez-, a ducharme y terminar de sacar la ropa de la maleta y colocarla en el armario.
"Y quizás llore un rato. Sí, llorar estaría genial". 
-Vale, yo voy a quedarme con Michael viendo la tele.
Subí las escaleras, entré a mi habitación y me duché. Me puse el pijama, no tenía pensado salir de la habitación. Mientras se me secaba el pelo, me conecté a Tuenti. 
Doscientas tres visitas nuevas, 1 Mensaje privado, comentarios en tu estado y me gusta.
En mi estado dedicado a los cotillas, una chica me comentó que lo hacía porque se preocupaba por mí. Me reí al leerlo. Alison le había contestado que no hacía falta.
Mis amigos le dieron a me gusta a mi estado. 
Mensaje privado de: Adam Smith
Ah, genial, me parece bien siempre que no estés con ese subnormal. ¿Cómo va tu nariz?
Responder:  Está muy bien, ya no me duele casi nada.
A diferencia de Michael, Adam se lo había tomado bien, o al menos así lo había escrito...
Aunque había llamado a Michael subnormal. Y eso me dolió.
Estuve hablando con Allison durante unas horas sobre Jackson, la organización, mis poderes... etc.
Allison: Pues a mí me gustaría tener poderes, fíjate tú.
Yo: Bueno, están bien para un rato pero agobian. Si estoy aquí es por su culpa.
Allison: O gracias a ellos.
Yo: ¿Qué?
Allison: Gracias a ellos has conocido a Michael. Y si sigues peleada con él, pues bueno, también has conocido a Channel, Alejandro, Bella...
Yo: ¿Para qué? Me estoy perdiendo miles de cosas con vosotros.
Allison: No te pierdes nada, ¡yo te lo cuento todo!
Yo: Bueno, ¿cómo va Jackson con Channel?
Allison: A él se le ve feliz, a ella no la conozco...
Yo: Oh, puntos suspensivos. ¿Qué ha pasado?
Allison: Ya sabes qué pienso sobre el horóscopo, las malas vibraciones... etc.
Yo: Sí, siempre me rallas con esas cosas. Bueno, y ¿qué pasa con eso?
Allison: Me da malas vibraciones. Y tu horóscopo y el de Jackson dicen lo mismo: "Te verás traicionado por alguien que quieres y que conoces hace poco tiempo".
Yo: Bueno Alli, me voy a dormir. Otro día hablamos. Te quiero.
Allison: Cuando quieras hablamos, que se de bien. Te quiero y cuidado con Channel.

Me tumbé en la cama. Sentí como si llevara dos semanas sin dormir.
Me cubrí con las sábanas y aunque no estaba triste, lloré.
Lloré por mi abuelo, por Michael, por Channel, por Jackson y hasta por las desgracias en el mundo.
Pensé en esos pequeños niños de África, que llevan semanas sin comer y aún sonríen. Dejé de llorar, y me castigué por ser tan egoísta.
Y descubrí más sobre mí misma: era egoísta, débil y dura conmigo misma.
Me odié, odié todo mi ser por unos segundos, y una imagen apareció en mi cabeza, como un vídeo.
Mi abuelo me sentaba en su regazo y me tocaba el pelo. Era mucho más joven, quizás hace diez años o más.
Me sonrió, y las gafas se le movieron unos milímetros.
-No dejes que nadie te degrade. Ni tu peor enemigo. Ni tú misma.
Me besó en la frente y se colocó las gafas.
-Conviértete en tu mayor amante, pero nada de arrogancia, cariño -dijo, entre una risa-. Aunque nadie te querrá como yo lo hago, mi vida.
Noté la sal de mis lágrimas y me dormí, aún llorando.

3 comentarios:

  1. Hola!
    Me paso por tu blog como me habías pedido en la página que cree en tuenti.
    Estoy intentando ser buena y pasarme por todos los blogs de las personas que tengo de amigos.
    Creo que te seguía en este, pero me aseguraré.
    Pásate a dejarme algún comentario, yo también voy a empezar a subir una novela echa por mi.

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  2. Gracias, yo ahora voy a ver el tuyo, me encantaría saber tu opinión. ¡Un besito!

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  3. Cada vez tiene mas intrigaa! Esta muy buena esta novela!! :)) tienes mucha imaginacion! :3 lo sabias? :) muy bien linda! Seguire leyendo porque me Encantan!! :)

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