sábado, 19 de octubre de 2013

Capítulo 47: "Cosa de locos."

Oigo cómo se levanta de la cama y camina hacia el baño.
Me tumbo boca abajo y ordeno mis pensamientos. Me he acostado con Michael. No hay nada malo en eso, ¿no?
Siento unos labios en la línea de mi columna vertebral y sonrío. Me doy la vuelta y lo beso dulcemente. Michael sonríe y se tumba a mi lado. Bajo la cabeza y descubro que se ha puesto otros boxers. Gracias a Dios, sino todo sería muy incómodo. 
Me doy la vuelta para mirarlo y en el movimiento de mis pechos sé que aún estoy completamente desnuda. Es estúpido, pero me da vergüenza vestirme con él delante. Me da vergüenza que me vea desnuda porque sí. Soy estúpida.
-¿Por qué sonríes? -Pregunto mientras le sonrío.
-Por ti.
Veo cómo vuelve a sonreír y no comprendo por qué sonríe por mí.
-¿Cómo que por mí? ¿Por qué?
-Eres astuta y extrovertida con ropa. Así pareces indefensa y tímida.
Sonrío de nuevo. Quizás porque lleva razón. O porque me comporto tan tímidamente que no sé qué decir. No le daré el placer de sentirse mejor y más extrovertido, así que me levanto desnuda y ando hasta la silla, donde se encuentra mi ropa. 
Por el rabillo del ojo veo cómo no deja de mirarme, y la timidez vuelve a mí.
-¿Puedes mirar para otro lado?
Oigo cómo suelta una carcajada y me visto.
Anda hacia la puerta y quita el pestillo. Menos mal que no ha venido Fabio, habría sido tan embarazoso. 
Embarazoso. Caigo en que no sé si ha utilizado protección y que podría estar embarazada. Y sin más vueltas, le pregunto.
-¿Puedes quedarte embarazada en la primera vez?
-Sí. -Responde sin más.
Me llevo las manos al vientre y me aterrorizo.
-Pero no si has utilizado protección -continúa. Me giro y levanto una ceja, sin entender nada-. ¿En serio no te has dado cuenta de que llevaba...?
Me llevo las manos a la cara y suelto una carcajada. Ahora mismo me encantaría viajar en el tiempo y no haber hecho ese comentario. Me aparto las manos y veo que él también está riéndose, y espero que no de mí.
-¿Te quedas a dormir? -Pregunto mientras me acerco a la cama y me siento en el borde con los pies encima de ella.
-No.
Retira las sábanas y sale a la superficie. Sus manos se acercan a mis caderas y me acercan a su pecho. Mi espalda contra su pecho. Me retira el pelo y empieza a besar mi cuello.
Por unos segundos me alegro de haber hecho todo esto, porque Michael está mucho más cariñoso.
-¿Me echarás de menos esta noche?
Noto cómo sonríe mientras besa mi cuello.
-No te creas. Tengo a Fabio para hacerme compañía. Por si quiero compañía, caricias, besos... o más.
Se aleja y me mira perplejo.
-¡Es broma! -Exclamo y le sonrío. 
Él también sonríe y me dice que va a por algo de comer. Sale de la habitación y me tumbo en la cama.

Despierto cuando no puedo dormir más, y veo el reloj. Son las cuatro de la mañana. Enciendo la lámpara de la mesita de noche y veo que Fabio está en la otra cama y duerme como un tronco. También observo un plato de donuts de azúcar y recuerdo el día en que estaba enferma y Michael me trajo uno. 
También veo una nota amarilla y un mensaje en boli negro.
Estabas guapísima durmiendo, así que no te he despertado. Te he traído donuts para cuando te levantes. Espero verte mañana. 
Te quiero, Michael.
Sonrío y doy un mordisco a uno de los donuts. Salgo de la cama y sé que no me volveré a dormir, así que tengo que hacer algo. No sé el qué, así que doy vueltas mientras pienso qué hacer. ¿Qué tal hacer la colada?
Recojo la ropa llena de sangre y recorro el pasillo en silencio hasta la última puerta.
Mientras espero a que se haga la colada sentada en un banco, pienso en Jackson irremediablemente. Él sería a la primera persona a la que se lo contaría. Espero que no se olvide de mí, porque yo nunca lo haré.
Una mano me toca el hombro y chillo asustada.
-¡Mierda, me has asustado!
Sonríe y se sienta a mi lado en el banco.
-Lo siento. ¿No puedes dormir?
-No. He dormido mucho y ahora no puedo. ¿Qué hay de ti?
-Tampoco. 
Parece aturdido y a la vez asustado. Sus ojos azules parecen más claros que nunca y me temo lo peor.
-¿Pasa algo?
-No, nada. No te preocupes. -Y esboza una sonrisa.
-Hay una cosa que no entiendo. ¿Cómo te han dejado trabajar aquí?
-No lo entenderías.
-Inténtalo.
-Tengo poderes. Como tú, como todos aquí.
-¿Poderes, tú? ¿Qué poder tienes?
-Cumplo deseos. Es ridículo.
Veo cómo mira hacia abajo y sonrío. 
Parece que alguien se mofa de mí y hace que cada cosa parezca lo contrario. ¿Quién iba a decir que Adam tenía poderes? Es de locos.
-Es un poder genial. -Digo mientras le sonrío.
-Alexia y Adam, ¿se puede saber qué hacéis a estas horas aquí?
La voz es de Paul, que nos examina desde la puerta.
-Alexia, debo hablar contigo. ¿Puedes acompañarme?
Me levanto y cojo la colada. Adam me sonríe y salgo de la habitación algo asustada. Tengo miedo de que esté pasando algo y no sepa nada, así que no inicio ninguna conversación en el camino a su despacho. De camino, dejo la ropa en mi cuarto y cuando llegamos a su despacho, se sienta en el gran sillón y me dice que tome asiento.
-¿Sobre qué quiere hablar?
-Suspendiste el examen. 
-Sí. Lo haré mejor la próxima vez.
-Alexia, si suspendes un examen más tendrás que repetir curso.
-¿Repetir curso? ¿Aquí?
-Otro año más en la Asociación.
El estómago me da un vuelco y entiendo que debo ponerme las pilas sí o sí. Cuando abro la boca para hablar, la voz de una chica resuena en mi cabeza. 
"Sólo dile que estudiarás. Es muy pesado y te tendrá ahí hasta las cinco de la tarde. Sonríe y dile que estudiarás."
Creo que estoy loca y me aterrorizo. Después, caigo en que conozco esa dulce voz. Es Bella.
Le hago caso, sonrío y digo con la voz más dulce que tengo:
-Estudiaré. Lo prometo.
"Buena chica. Me marcho. Nos vemos en cuatro horas."

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